miércoles, 29 de julio de 2009

15 años

Un veintiocho de julio de hace quince años aterricé en Madrid y eso cambió mi vida. Hoy lo he celebrado en el escenario.

No hay que ser demasiado sesudo para entrever un riesgo radical en ese gesto, el de viajar con diecinueve años, digo. Un impulso, una ayuda y zas, todo se pone a andar. Luego sí, decisión de quedarse que vino de una necesidad de salir; un exilio personal, profundamente autoimpuesto y descubierto como un hallazgo de la cabeza lúcida: ganas y necesidad, como todo en esta vida. Ahora, redescubriendo lo que en la cabeza se dibujaba, ahora, digo, con el trabajo, convirtiendo obras en satisfacciones, o no...

Las palabras, siempre, siempre, juguetes de la razón... no alcanzan. No seré yo el que me valga de ellas para dar forma a mis días, completamente carentes de justificación ni excusa.

Soy lo que puedo ser, sin olvidarme de la lección de José Ortega y Gasset, es decir, lo que me viene y me puede.

Nada de jueguitos en los que esconderme. Nada de hacerme trampas para creer en mí.

1 comentario:

amanda dijo...

En el mundo de los sueños mal hechos y mal trechos, sólo los tuyos están desprovistos de falsedad. Los tuyos que hacen colgar la envidia humana y que se ríen de pasados , presentes y futuros.

De ellos podría comer la humanidad entera y hasta su mas impura bacteria.

De esa foto, de ese papel , de esa pantalla , de esa cámara, de ese escenario, de lo que sea que tocas , que ves y que traes aquí para que se convierta en algo, algo que es tu y que queremos ser todos.