miércoles, 16 de noviembre de 2016

Bienvuelto, Jesús Cobo*


“Después de las páginas poco felices comenzaba a escribir él mismo. Encadenado en la estrecha franja de la falsilla, a veces no aguantaba, y dejaba de escribir. Y entonces, en una furia infinita contra la vida que le había quitado la vista, rompía los lápices, y en sus labios, mordidos, aparecían unas gotitas de sangre…
- ¡¡¡Correo de Leningrado!!!
Era un telegrama del Comité regional. En el papel había unas breves palabras: "Novela calurosamente aprobada. Se pasó a publicación. Le felicitamos por la victoria". Su corazón latía presuroso. He aquí que el sueño dorado habíase convertido en realidad. Había sido roto el anillo de hierro y otra vez, con un arma nueva, volvía a filas y a la vida.”
Nicolás Ostrovski, Así se templó el acero. 

Hacia finales de los años ochentas, el mundo empezaba a escribir el final de la historia y hoy estamos aquí, naufragando de muchísimas muertes: Nuevos y cautos, casi cautivos. Nos convoca el acero, esta vez, una vez nueva, después de casi cien años, sacudiéndonos algunos sambenitos propios y otros heredados. Militantes, artistas, ciudadanos, pueblo, público…
El capricho de Fukuyama no tenía todavía visos de materializarse en nosotros, cuando otros advertían ya el abatimiento de los excluidos y su clase dirigente, la primavera árabe, que florecía después de las ruinas del 11-S, los salvatajes bancarios de aquí y de allá o las victorias risibles de izquierdas y derechas en las democracias occidentales del norte y del sur, entre otros hitos a los que sobrevivimos y seguimos sobreviviendo.



Hombres como Jesús Cobo nos acompañan en esta supervivencia, a caballo entre el duro rigor del realismo socialista –¿o Socialismo Real?-, cuyo hermano menor ha resultado un implacable Neoliberalismo que no para de renacer y mutar disfrazándose interminablemente en un acto que ha creado el carnaval contemporáneo. A través de esta tensión subtendida pende el nuevo hombre o el hombre nuevo, según calce la visión política. Un semihombre con el ímpetu de Darwin que se esfuerza, melancólicamente por la evolución dialéctica. Un mesías romántico que se obliga al rigor dogmático del progreso en Quito, Moscú o Nueva York; pero que sin embargo se encuentra, felizmente, siempre, con el acto subversivo de la poesía.

Antes de Ostrovski, Chéjov en La Gaviota:

“NINA- ¡Su vida es maravillosa! 
TRIGORIN- ¿Qué hay en ella de singularmente bueno?. Hablemos de mi magnífica y luminosa vida... A veces hay imágenes que se nos imponen a la fuerza, como ocurre con el hombre que piensa siempre, día y noche… Día y noche me persigue una misma idea obsesionante; tengo que escribir, tengo que escribir, tengo... 
Y así siempre, siempre, sin un momento de sosiego frente a mí mismo; siento que devoro mi propia vida, que para la miel que doy no sé a quién en el espacio, saqueo el polen de mis mejores flores, arranco las flores mismas y pisoteo sus raíces….” 

Por eso quienes hacemos el Centro de Arte Contemporáneo, en nuestra tozudez por democratizar el acceso al espacio público, estamos muy contentos de lustrar nuestros suelos para que la obra del hombre contemporáneo habite entre las paredes de este renovado edificio. Porque creemos que la fe impuesta por la norma totalitaria, sea cual sea su signo, debe ser reinventada por el hombre que convierte la fe en militancia por el poema, y por eso agradecemos a Jesús Cobo la generosidad de brindar su trabajo al deleite de la ciudad.

Bienvuelto, Jesús Cobo. No es la primera vez que la ciudad te acoge en uno de sus espacios. Hoy nos haces nacer en la certeza de que el trabajo es el mejor bálsamo para la melancolía, porque esta señora es una insistente resabida. Gracias por permitir un diálogo y memoria entre quienes jugamos esta exhibición: María Elena Machuca, Santiago Rivadeneira, Hernán Rodríguez Castelo, Sonia Kraemer, José Toral y a todos y cada uno de los colegas en el equipo del Centro de Arte Contemporáneo que hacen posible que las muestras ocurran.

Sean todos Bienvenidos.



*Palabras en la Inuguración de la muestra de Jesús Cobo en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, el 16 de noviembre de 2016.