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miércoles, 31 de enero de 2018

Carta de un hombre trans al antiguo régimen sexual*

2017-06-07 Documenta 14 Paul B. Preciado by Olaf Kosinsky-1
por Paúl B. Preciado.
traducido por León Sierra Páez.



Damas y Caballeros y otros,


En medio del fuego cruzado en torno a la política del acoso sexual, me gustaría hablar como un contrabandista entre dos mundos, el de los "hombres" y el de las "mujeres" (estos dos mundos que muy bien podrían no existir, pero que algunos tratan de mantenerlos separados construyendo una especie de “muro de Berlín”) para daros noticias desde la posición de "objeto encontrado" o más bien "sujeto perdido" durante el tránsito.

No hablo aquí como un hombre que pertenece a la clase dominante de los que están asignados al género masculino al nacer, y que fueron educados como miembros de la clase gobernante, de aquellos a los que se concede el derecho o más bien de quien se requiere (y esta es una clave interesante para el análisis) que ejerzan la soberanía masculina. Tampoco hablo como mujer, ya que voluntaria e intencionalmente abandoné esta forma de encarnación política y social. Me expreso aquí como un hombre trans. Así que no pretendo, de ninguna manera, representar ningún colectivo en absoluto. No Hablo, no puedo hablar como heterosexual u homosexual, aunque sé y vivo las dos posiciones, y como cuando alguien es trans, estas categorías se vuelven obsoletas. Hablo como una especie de renegado, un fugitivo de la sexualidad, como disidente (a veces incómodo, ya que faltan los códigos preestablecidos) del régimen de la diferencia sexual. Como auto-cobaya política y sexual de las experiencias, aún no tematizadas, que viven a ambos lados de la pared y, a fuerza de pasar el día, empezando a estar harto, señoras y caballeros, de la rigidez obstinada de códigos y deseos que el régimen hetero-patriarcal impone. Dejadme deciros, desde el otro lado de la pared, que el asunto es mucho peor que mi experiencia, como mujer lesbiana, me había permitido imaginar. Como he vivido como si yo fuera un hombre en el mundo de los hombres (consciente de incorporar una ficción política), he podido verificar que la clase dominante (masculina y heterosexual) no abandonará su privilegios simplemente porque enviemos muchos tweets o lancemos algunos gritos. Dados los choques de la revolución sexual y anti-colonial del siglo pasado, los heteropatriarcas se han embarcado en un proyecto contra-reforma - al que ahora se unen las "voces femeninas" que desean seguir siendo "molestadas, perturbadas". Aquella será la Guerra de los Mil Años, la guerra más larga, sabiendo que afecta la política y los procesos reproductivos a través de los cuales un cuerpo humano se constituye como un sujeto soberano. De hecho, será la más importante de las guerras, porque lo que se juega no es ni el territorio ni la ciudad, sino el cuerpo, el placer y la vida.

Lo que caracteriza la posición de los hombres en nuestras sociedades tecnopatriarcales y heterocéntricas es que la soberanía masculina se define por el uso legítimo de las técnicas de violencia (contra las mujeres, contra los niños, contra los hombres no blancos, contra los animales). , contra el planeta como un todo). Podríamos decir, al leer Weber con Butler, que la masculinidad es para la sociedad lo que el estado es para la nación: el titular y el usuario legítimo de la violencia. Esta violencia se expresa socialmente bajo la forma de dominación, económicamente en la forma de privilegio, sexualmente en forma de agresión y violación. Por el contrario, la soberanía de las mujeres está vinculada a la capacidad de las mujeres para engendrar. Las mujeres son, pues, sexual y socialmente sometidas. Solo las madres son soberanas. Dentro de este régimen, la masculinidad se define como necropolítica (por el derecho de los hombres a dar muerte) mientras que la feminidad se define biopolítica (por la obligación de las mujeres de dar vida). Se podría decir de la heterosexualidad necropolítica que es algo así como la utopía de la erotización del acoplamiento entre Robocop y Alien, pensando que con un poco de suerte, uno de los dos tomará su pie...

La heterosexualidad no es solo, como lo demuestra Wittig, un régimen de gobierno: también es una política del deseo. La especificidad de esta dieta es que se encarna como un proceso de seducción y dependencia romántica entre agentes sexuales "libres". Las posiciones de Robocop y Alien no se eligen individualmente y no son conscientes. La heterosexualidad necropolítica es una práctica de gobierno que no es impuesta por quienes gobiernan (los hombres) a los gobernados (las mujeres) sino como una epistemología que fija las definiciones y las posiciones respectivas de los hombres y las mujeres por medio de regulación interna. Esta práctica de gobierno no toma la forma de una ley, sino una norma no escrita, una transacción de gestos y códigos que tiene el efecto de establecer en la práctica de la sexualidad una división entre lo que se puede y lo que no se puede hacer. Esta forma de servidumbre sexual se basa en una estética de la seducción, una estilización del deseo y una dominación históricamente construida y codificada que erotiza la diferencia de poder y lo perpetúa. Esta política del deseo es lo que mantiene vivo el viejo régimen de "sexo/género", a pesar de todos los procesos legales de democratización y empoderamiento de las mujeres. Este régimen necropolítico heterosexual es tan degradante y destructivo como el vasallaje y la esclavitud de la Ilustración.

El proceso de denuncia y visualización de la violencia que estamos viviendo forma parte de una revolución sexual, que es tan imparable como lenta y tortuosa. El feminismo queer ha situado la transformación epistemológica como una condición para la posibilidad del cambio social. El objetivo era cuestionar la epistemología binaria y la naturalización de los géneros al afirmar que existe una multiplicidad irreductible de sexos, géneros y sexualidades. Hoy comprendemos que la transformación libidinal es tan importante como la transformación epistemológica: el deseo debe ser modificado. Uno debe aprender a desear libertad sexual.

Paul B. Preciado, New York, 2016
Durante años, la cultura queer ha sido un laboratorio para inventar nuevas estéticas de la sexualidad disidente, confrontando las técnicas de subjetivación y los deseos de la heterosexualidad hegemónica necropolítica. Muchos de nosotros hace tiempo que abandonamos la estética de la sexualidad Robocop-Alien. Hemos aprendido culturas BDSM butch-femmes, Joan Nestle, Patrick Califia y Gayle Rubin, con Annie Sprinkle y Beth Stephens, con Guillaume Dustan y Virginie Despentes, que la sexualidad es un teatro político en el que el deseo, no la anatomía, es el que escribe el guión. Es posible, dentro de la ficción teatral de la sexualidad, desear lamer las suelas de los zapatos, querer ser penetrado en cada orificio, o conducir al amante a un bosque como si fuera una presa sexual. Sin embargo, dos elementos diferenciales separan la estética queer de la de la hetero-normación del antiguo régimen: el consentimiento y la no naturalización de las posiciones sexuales. La equivalencia de los cuerpos y la redistribución del poder.


Como hombre trans, no me identifico con la masculinidad dominante y su definición necropolítica. Lo más urgente no es defender lo que somos (hombres o mujeres) sino rechazarlo, no identificarnos con la cohesión política que nos obliga a desear la norma y reproducirla. Nuestra praxis política es desobedecer las normas de género y sexualidad. He sido lesbiana durante la mayor parte de mi vida, luego trans durante los últimos cinco años, estoy tan alejado de su estética de heterosexualidad como un monje budista que levita en Lhasa al este del supermercado Carrefour. Vuestra estética del antiguo régimen sexual no me hace juego. No me excita "molestar" a nadie. No me interesa salir de mi miseria sexual poniendo mi mano en el culo de una mujer en el transporte público. No siento ningún deseo de jugueteos erótico-sexuales que propongáis: chicos que aprovechan su posición de poder para aprovecharse y tocar un culo. La estética grotesca y asesina de la heterosexualidad necropolítica me repugna. Una estética que re-naturaliza las diferencias sexuales y coloca a los hombres en la posición del agresor y a las mujeres en la de la víctima (dolorosamente agradecida o felizmente molesta).


Si es posible decir que en la cultura queer y trans lo hacemos mejor y más, es en parte porque hemos extraído a la sexualidad del dominio de la reproducción, y especialmente porque nos hemos liberado de la dominación del género. No digo que la cultura queer y transfeminista escapa a todas las formas de violencia. No hay sexualidad sin sombras. Pero no es necesario que la sombra (desigualdad y violencia) predomine y determine toda la sexualidad.


Representantes del antiguo régimen sexual: arreglaros con vuestra sombra y have fun with it, y dejadnos enterrar a nuestras muertas. Disfrutad de vuestra estética de dominación, pero no tratéis de hacer de vuestro estilo una ley. Y dejadnos follar con nuestra propia política del deseo, sin hombre ni mujer, sin pene ni vagina, ni hacha ni rifle.


*Lettre d’un homme trans à l’ancien régime sexuel, publicado en Libèration el 26 de enero de 2018

martes, 21 de marzo de 2017

La Cultura Maltratada*


La forma en la que el alcalde Mauricio Rodas entiende la cultura ha sido cuestionada por varios sectores, que sostienen que privilegia el espectáculo por sobre el arte.
"El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales". León Sierra, defenestrado coordinador del Centro de Arte Contemporáneo, denuncia la situación de la cultura oficial en la administración del Distrito Metropolitano de Quito.
León Sierra Páez

En las últimas semanas estuve en el ojo del huracán de un intenso debate sobre gestión y política pública cultural, que nos ha permitido generar importantes reflexiones sobre el rumbo de la gerencia de la cultura en el Distrito Metropolitano de Quito, y que expongo a continuación.

Partamos del hecho claro de que administrar los recursos públicos de cultura no significa que administras la cultura y ese, aunque parezca un concepto obvio, es un detalle importante para entender las graves desviaciones que tiene la gestión del sector en la ciudad que no logra superar vicios históricos que se toleran y legitiman en la gerencia de la política cultural, como si se tratara de una seña de identidad. De entre todos los defectos de gestión, en mi criterio, hay dos que son los más peligrosos para la garantía de derechos culturales:

UNO. La ausencia de visión estratégica o de cómo tratar mal a la cultura.

La administración de lo público ha de partir del reconocimiento que tienen los ciudadanos de gozar de derechos culturales y de la obligación que tienen las instituciones de garantizarlos. En tanto la Política Pública es el continente estratégico que orienta las acciones del sector en base a unos objetivos generales, la gestión cultural es el contenido específico que define las herramientas, recursos y procesos para alcanzar esos objetivos.

Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito, a cargo del fotógrafo Pablo Corral, a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural. En primer lugar, porque no cuenta con un diagnóstico actualizado ni del inventario, ni de las necesidades concretas de la ciudad (¿georeferencia? ¿Qué es eso?)… Como si la cultura pudiera obviar la tecnología y la planificación.

En segundo lugar, porque carece de una plataforma de sistematización y divulgación de las acciones realizadas, y por lo tanto, no hay un registro de la huella cultural de la ciudad como referencia, para diseñar planes estratégicos (¿repositorio? ¿Qué es eso?). Recién en enero de 2017, y a partir del modelo de gestión que propusiéramos desde la coordinación del Centro de Arte Contemporáneo, la SECU anuncia orgullosa la creación de un repositorio digital ¡Bravo! Pero ¿Sabe cómo utilizarlo en planificación y estrategia? ¿O es otra pesca de oído?

Seis meses atrás, en junio de 2016, el Secretario Corral sorprendió a la ciudad con la noticia de que se había aprobado la resolución 015 sobre derechos culturales que resultó ser (tal como lo anuncia en el primer párrafo), una declaración de principios, un tazón de agua tibia en donde, de manera elemental, se puso a remojo a todas las instituciones que conforman la “Red Metropolitana de Cultura”, un documento genérico (y pobremente redactado), en el que básicamente se resuelve que todas las instituciones de cultura del DMQ están bajo la autoridad directa de la Secretaría de Cultura pero no establece objetivos estratégicos, ni metas a largo plazo ni dice cómo estas instancias en red deberían interactuar.
Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito,  a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural.
En cuanto a la gestión específica y según su propia autodefinición, la Secretaría debería: “...En base a las competencias de una rectoría que debe impulsar políticas públicas distritales, en materia cultural con énfasis en el fortalecimiento del campo de las artes y la cultura, mediante la aplicación de planes, programas, proyectos y sistemas de fondos concursables que estimulen y fortalezcan los ciclos de la producción creativa...” Pero no existen documentos que contengan esos “planes y proyectos”, no hay un modelo de gestión de la Red de Cultura en el DMQ, no se establecen roles, plataformas, instrumentos de gestión y evaluación. No existe un modelo de planificación que grafique el impacto esperado de la inversión en cultura. No se establecen los mecanismos de acceso y democratización y mucho menos los de evaluación y monitoreo o rendición de cuentas.

La conformación de la red de cultura del DMQ incluye instancias netamente municipales y otras de carácter privado que actúan con fondos públicos y con criterios absolutamente discrecionales como las Fundaciones (teatros y museos) que tienen una naturaleza contradictoria: en tanto instituciones de derecho privado aplican el Código del Trabajo y sus empleados son la mano de obra barata de la cultura en Quito; por ejemplo, si en el Municipio de Quito bajo la LOSEP el salario más bajo es el de cuidador de servicios higiénicos con 543 USD, en la Fundación Museos de la Ciudad un mediador educativo con grado universitario y hasta maestría gana 600 USD, trabaja los fines de semana en horario rotativo y solamente tiene quince días de vacaciones al año. Por otro lado, las fundaciones son mecanismos cuasi discrecionales de contratación de bienes y servicios culturales que están en permanente disputa y, programan espacios simbólicos de legitimación (teatros y museos) que también son altamente codiciados por los actores culturales, pero lo hacen sin una plataforma estratégica que garantice la democratización del acceso a esos recursos; termina siendo campo de batalla del siguiente gran problema:

DOS. Prácticas clientelares y de grupos de presión particulares.

Sí, mi estimado lector, entendió bien, se trata de erradicar lo que se conoce como “las argollas”. La gestión de lo público debe democratizar el acceso a bienes y servicios, promover la participación activa de todos los sectores involucrados y garantizar la transparencia de las acciones. Esta es una trilogía dorada que blinda a cualquier administrador de ser víctima de la arquitectura del chantaje sobre los recursos públicos y esto solamente se logra con una planificación estratégica sólida; sistemas eficientes de accesibilidad, publicidad y transparencia de la gestión, elementos de los cuales carece la ciudad de Quito al día de hoy.

En esta administración, la Secretaría de Cultura parece sufrir de Síndrome de Estocolmo con un minúsculo colectivo de artes contemporáneas que extorsiona a las administraciones de museos a través de la propia Secretaría, que toma decisiones completamente erráticas sin más fundamento que el chisme de red. Ofrece museos que no puede cumplir, hace cambios de dirección sin ningún sustento técnico y se angustia por esconder la basurilla bajo la alfombra, con el argumento de que (cito correo del Secretario Corral, tres días antes de que se me anuncie la destitución del cargo de Coordinador del CAC[1], en reclamo a una aclaración que hice respecto a manejos incoherentes de los recursos de la FMC a través del CAC en anteriores administraciones, las negrillas son mías): "...anteriores coordinaciones pertenecen a la misma administración del alcalde Rodas. Me parece gravísimo hacer comentarios negativos sobre ellas, y aún peor hablar públicamente sobre procesos de contratación pública que pertenecen al mismo período del mismo alcalde y que deben ser manejados con mucha cautela…”.

Evidentemente, cualquier grupo de interés sabrá cómo presionar a una Secretaría que, carente de procesos claros, homologados y transparentes; procura las relaciones con los actores culturales (influyentes) de forma clientelar.

Epílogo. El día que secuestraron a don Mariano

Sin lugar a dudas, el Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera”, es uno de los reconocimientos más importantes que se otorga a las artes en el Ecuador, quizás no por el monto asignado a las becas y premios, como por el prestigio del decano de los galardones que este año cumple 100 años. Pero por esta misma razón ha sufrido algunos momentos de crisis simbólica que reflejan de alguna manera las dinámicas y transiciones culturales de la ciudad; la más importante, el colapso del Premio como Salón de la Ciudad para evolucionar a una lógica de fomento y trayectoria en la ordenanza 0224 que se conoce como Nuevo Mariano.

Según esta ordenanza de 2012:

Art ...19 “El Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera” incentivará la producción de arte nacional y reconocerá tanto la trayectoria de los participantes como la generación de nuevos proyectos, a través del Premio Nuevo Mariano...". Nótese que no menciona la categoría Arte Contemporáneo, esta aparece en la resolución 009 que en 2014 reglamenta las bases del PMA, es allí que se añade un paréntesis que especifica “para proyectos de arte contemporáneo” ¿Cómo llegó esa categorización allí? ¿Quién la puso? ¿Con qué criterios? Nunca lo sabremos, lo cierto es que apenas en su segunda edición los Nuevos Marianos fueron dedicados exclusivamente al arte contemporáneo y, en la práctica, de las diez becas, ocho fueron otorgadas a la categoría creación artística, una a investigación y una a editorial, las demás categorías se declararon desiertas.

Este año -del centenario-, se debe realizar la tercera edición y ya se han saltado algunos de los mandatos de la ordenanza, por ejemplo, no se realizaron convocatorias en provincias y tomando en cuenta que el CAC espera nuevo Coordinador y está vacante la jefatura del Premio Mariano Aguilera, se prevé que tampoco se realicen gestiones de convocatoria dirigida a colectivos de artistas o centros académicos. El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales, lo que resulta en fenómenos improbables como si un mismo proyecto se lleve los tres principales premios de fomento del país en un mismo año, simplemente cambiando el nombre del proponente.

Según ladefinición de arte contemporáneo emitida por el Secretario de Cultura de Quito en una reciente entrevista,“…lo contemporáneo no es lo bidimensional o las esculturas, son manifestaciones que están más cercanas de la idea que de la plástica…” Así que Don Mariano está secuestrado por la élite de “la idea” y, totalmente fuera del alcance de jóvenes talentos anónimos, de los territorios y, de cualquier otra manifestación artística.

En conclusión, la falta de Políticas Públicas estratégicas y de mecanismos de gestión eficientes y transparentes en cultura no es una omisión inocente, ni siquiera es incompetencia, es una forma desarrollada de administrar el poder, en el vacío metodológico, la autoridad del “ente rector” decide sin necesidad de consenso ni de rendición de cuentas; bastan algunos eventos espectaculares, coloridos y muy costosos, para dar la sensación de gestión y para ganar algunos puntos de popularidad y el “premio al empleado del mes”.

Mientras tanto, los artistas se comen la camisa y renuncian al oficio, van peregrinando por las oficinas implorando el espacio para ensayar, para enseñar, para interactuar. Mientras tanto los públicos rebotan de nariz en exposiciones agobiantes ante las cuales se desbarata cualquier gusto por el arte. Mientras tanto la ciudad pierde la noción del espacio público como lugar de encuentro y disfrute. Mientras tanto…



[1] Cese que supuso mi despido intempestivo y de cinco personas más de mi equipo que articulaban un modelo de gestión ampliamente descrito en el brochure del CAC y que ha supuesto la des institucionalización nuevamente de un proceso de trabajo que debe de ser continuado ( Fuente: https://issuu.com/artecontemporaneoq/docs/brochure_cac_ok )

* Artículo Publicado en PlanV el 12 de Marzo de 1991

martes, 21 de febrero de 2017

Carta abierta a la Secretaría de Cultura y la Fundación Museos de la Ciudad

Foto: Pablo Jijón

Ante el comunicado/convocatoria emitido por la Dirección Ejecutiva de la Fundación Museos de la Ciudad en donde, escuetamente, se informa de mi salida y la de todo mi equipo de trabajo de la Coordinación del Centro de Arte Contemporáneo de Quito, me permito puntualizar que esta fue dispuesta directamente por la Secretaría de Cultura sin mediar explicación, evaluación o causal expresa.

En el comunicado de la FMC se nos agradece el profesionalismo, la dedicación, la perspectiva técnica y el aporte de León Sierra y de su equipo en el último año” afirmación que agradecemos, pero que demuestra lo errático y contradictorio del manejo de la política de cultura en el DMQ que procede, además, de manera ilegítima ya que no se trataba de un espacio por designación, si no de un cargo para el que fui seleccionado por concurso público de méritos, entre 134 aspirantes a nivel nacional.

En el comunicado se menciona la necesidad de alinear las perspectivas técnicas y administrativas” lo que no es más que es un eufemismo para justificar que un muy reducido grupo de actores del arte contemporáneo local controlen el CAC como espacio de operación, mercadeo y fuente de recursos propia y exclusiva.

Las diferencias que nuestra gestión marcó con este grupo son de conocimiento público y marcaron una fuerte presión desde el inicio mismo de mi gestión al frente del CAC a pesar de nuestra voluntad permanente de diálogo.

Es claro que las diferencias conceptuales fundamentales que originan este conflicto han sido, en primer lugar la reivindicación de la memoria y patrimonio artístico y cultural, tanto del edificio, como de las colecciones de arte moderno que permanecen guardadas, mientras se pretende forzar la creación de un “museo de arte contemporáneo” que es inviable por la enorme inversión, los costos de operación y, sobre todo, porque no existe aún una producción artística de nivel museable en el arte contemporáneo local.

En segundo lugar, mi gestión en el CAC procuró democratizar el espacio y redistribuir recursos a diversas artes, colectivos y gestores que no eran exclusivamente los de la corriente de arte contemporáneo VIP (video, instalación, perfomance), así como acercar a las comunidades y públicos diversos desde una perspectiva de ESPACIO PÚBLICO frente a la práctica de galería particular que se venía aplicando.

En tercer lugar, durante mi gestión se construyeron modelos y protocolos de trabajo que garantizan un manejo transparente y eficiente de recursos y que apuntaban a romper barreras de acceso a los recursos y al espacio público, que incluyen modelos de evaluación propios, de los que carece por ejemplo el Sistema Metropolitano de Cultura y que deriva en decisiones discrecionales, contradictorias, sin continuidad que provocan inestabilidad y generan altos costos para la ciudad que asiste a una gestión de cultura “eventista” de corto plazo y carente de una sólida visión de ciudad.

Finalmente, en mi convencimiento de que en la gestión de LO PÚBLICO la transparencia es fundamental, realicé denuncias sobre prácticas poco éticas de artistas que acaparan los fondos públicos burlando los procesos y burlándose de las instituciones y hasta de sus pares. Así mismo denunciamos el derroche de recursos de la ciudad en actividades sin impacto ni estrategia, originadas en visiones elitistas que desconocen las realidades cotidianas de los creadores.

Esta posición de frontalidad y transparencia, amparado en la independencia y legitimidad que me daba el ser una autoridad elegida por concurso de méritos y no designada políticamente aparentemente molestó a grupos de poder oficiales y no oficiales del DMQ, en particular a la Secretaría de Cultura, que finalmente procede a separarme intempestivamente a mí y a un equipo de cinco personas cuya competencia y trabajo son reconocidas por la misma Fundación Museos de la Ciudad y diversos interlocutores culturales en este año de gestión.

Nos queda esperar que este nuevo concurso que se convoca para el CAC encuentre personas comprometidas con la ciudad y la cultura más allá de los intereses de grupo. Que las nuevas autoridades recojan lo avanzado por nuestra gestión, fortalezcan y den soporte a los equipos humanos que construyen la cotidianidad de las instituciones. Que tengan la capacidad de pensar estratégicamente y con un profundo sentido de identidad y de pertenencia para asumir la enorme responsabilidad del cuidado y gestión del patrimonio material e inmaterial de la ciudad.

Hasta aquí lo malo.

Lo excelente, ha sido el enorme proceso de vinculación con diversos artistas y actores culturales de la ciudad. El esforzado y brillante trabajo de todo el equipo del CAC, quienes en la sombra, promueven con su ejercicio la brillantez de una apuesta artística y desde luego de la gerencia del espacio y su programática.

Amigos, artistas, gentes de esta ciudad de montañas voladoras: gracias, ánimo, a seguir poniendo amor a las cosas que nos pertenecen, estaremos acompañando, permanentemete desde nuestra práctica orgánica todo proceso ciudadano y contracultural que se geste. Hemos roto, por momentos, los muros impertinentes de la ciudad invisible, aquella que insisten en que no nos pertenece.

¡Hasta pronto!

miércoles, 10 de febrero de 2016

vih, una historia que se re-simboliza.


En estos días de carnaval, se celebra en Quito la reunión global de directores de las organizaciones miembros de la International hiv/aids Alliance. Vayan unas reflexiones para contextualizar algunos aspectos de los que no se habla y se calla voluntariamente acerca del vih y de quienes mueven el cotarro a su alrededor.

¿Qué es la Allianza Internacional y qué significa este evento?

Esta es una gran de red de organizaciones no gubernamentales que están alineadas a partir de una estrategia conjunta y un equipo ejecutivo que, a su vez, en la forma de una charity fundada y regida por el derecho inglés, tiene sede en Brighton, Inglaterra. De hecho, en sus inicios, formaba parte de un selecto grupo de donantes (o intermediarios de donantes) que canalizaban fondos para proyectos de desarrollo y salud, fundamentalmente en el terreno del vih. A partir de la gran crisis del capitalismo de 2008, las cosas han cambiado un poco y, su rol ha sido refundado más bien como intermediario político con los grandes donantes y como suministrador de asistencia técnica a sus miembros. Su legitimidad técnica y política depende de herramientas de validación que inciden más o menos en las estructuras alineadas: Su estrategia global y sus procesos de acreditación, que son directamente herederos de las políticas de la estrategia. En estos procesos de acreditación, un procedimiento riguroso es aplicado a todas y cada una de las organizaciones miembros para estandarizar su capacidad de alcance y permear la política centralizada que usualmente se establece por consenso en las reuniones globales de directores. Con esta acreditación, que no es un proceso único, sino que sufre de actualizaciones cada dos o tres años, los ejecutores de las estrategias y acciones de incidencia política en alto nivel (New York, Ginebra, ONU, Comisión Europea, Fondo Mundial, etc.), pueden tener una palabra que es legítima de las poblaciones afectadas, de las comunidades en riesgo y de la sociedad civil de todo el planeta.

A las comunidades de personas en riesgo, de personas infectadas, de poblaciones estigmatizadas por el vih, este evento nos importa y al mismo tiempo, con él admitimos nuestra exclusión de la toma de decisiones. Me explico a continuación.

El espejismo de una representatividad técnica de las comunidades es un manto enorme que tiene que caer definitivamente ante nuestros ojos. Dentro de estas redes de organizaciones, que están pobladas por personas muy comprometidas con la historia de la epidemia, con la vida de las personas de las comunidad (muchos de ellos pertenecen a dichas comunidades o han pasado en carne propia por el compromiso o falta de sus seres queridos), también hay grandes incongruencias que deben de ser expuestas para la vergüenza mundial: En Ecuador, su sociedad civil des-legitimada por las comunidades, quienes abandonamos los cargos y nombramientos después de casi cinco años de ser utilizados para exponernos como mascotas ante la comunidad internacional, mientras esta casta de tecnoburócratas sostienen sus sueldos e impulsan políticas retrógradas que no solo son ineficientes, sino que atentan contra nuestra dignidad y vida como comunidades.(amén del Estado, gobernado por una tendencia que impone las espaldas a las políticas globales de la lucha en contra del vih).

En nuestro país, la organización que hace de punto focal es la Corporación Kimirina, una organización no gubernamental que ha mostrado una capacidad para reinventarse desde la oscura época en la que las ONG's eran filtro de recursos económicos para el desarrollo, que nacían en el primer mundo y se quedaban y se quedan en las cuentas corrientes de los tecnoburócratas de los altos cargos. Antes de la dolarización de la economía ecuatoriana, las ONG's engrosaban una clase de burguesía que administraba los dólares y usaba sus chequeras como caja de cambios. Hoy, ni las leyes de igualdad ni las políticas internacionales de inclusión de personas afectadas en los puestos de dirección, a terminado por desterrar a quienes usurpan los recursos de los proyectos y los convierten en su modus vivendi de high class two or three languages, flying first class. Nosotros nos cansamos y salimos de esa estructura, sin embargo no nos vamos a cansar nunca de denunciar estas prácticas ni a estas personas.

El gobierno de la revolución ciudadana, que con vientos de transformación social arrancó con una determinación para poner fin a esta dinámica atávica de las ONG's, ha terminado por hacer elipsis sobre el tema, por falta de capacidad de gestión y últimamente, claro, por falta de recursos. No es desconocido para muchos que más de tres remesas de preservativos que el Ministerio de Salud comprara desde 2014 hasta el año pasado hayan llegado literalmente reventadas desde su puerto de salida en China, generando un desabastecimiento inusual para los programas de prevención que el estado garantiza y están resguardados por la Constitución. Esto, obviamente, atravesado por una Estrategia de Prevención del Embarazo Adolescente, que parametriza la educación sexual, el riesgo de infección de itss (infecciones de transmisión sexual, vih incluido), antes ENIPLA, hoy Plan Familia, cuyo sesgo es la agenda conservadora y cristofascista de las más reaccionarias del planeta, donde la abstinencia es la herramienta única al alcance de la familia.

En este contexto, con un país que, ni en la sociedad civil, ni en el estado se presiona por implementar las herramientas de prevención contemporáneas, el conocimiento como arma de detención de la pandemia con una realidad que nos hace pensar en políticas de exterminio de comunidades enteras expuestas al riesgo, como las transfemeninas, con un 35% de prevalencia de vih entre sus miembros, la convocatoria de una reunión global de directores de organizaciones que luchan contra el vih a nivel global, debe significar un remezón político y vivencias. Pero sobre todo, sin garantizar los derechos humanos de las miles de personas positivas y todas aquellas en riesgo de infectarse, es sencillamente injustificable.


Hagamos cuentas, señores y señoras del vih (como si todos nosotros y nosotras no lo fuéramos): una reunión de ejecutivos de todo el mundo, de treinta y tres a cincuenta personas hospedadas en uno de los hoteles más caros de la ciudad, el swisshotel, pasajes intercontinentales que rondan entre los 600 y los 4000 dólares, nos ayudaría, sólo en la ciudad de quito, a costear el tratamiento de antiretrovirales, que el ministerio entrega gratuitamente, de por lo menos 270 personas durante un año. Si no hay entre ustedes, una persona que lance estos números, su organización y punto focal aquí, debiera de empapelar la reunión con los representantes del gobierno, que seguramente asistirán a su meeting

Esto tiene una razón fundamental: yo sé que con lo que cuesta esta reunión no se va a parar el vih a nivel mundial, pero en un país como el Ecuador, puede significar el freno absoluto del sida entre la población de personas infectadas. Una ciudad con cero sida. Ustedes lo saben, son técnicos y manejan estas estadísticas. Si no tienen pudor por estas cifras, por lo menos miren a los ojos a sus representantes en el Ecuador, mírenlos largo rato y demanden, interpelen, pidan explicaciones.

Tomado de HHS.Gov – Departamento de Salud y Servicios Humanos 


Esto ya lo sabíamos hace cuatro años, cuando ONUSIDA lanzó la implementación de la cascada o continuum del tratamiento. Si el Ecuador hubiese invertido en estudios para determinar el conocimiento de la epidemia, pero no ocurrió. Ni el estado miope y lento, y vago, ni los oportunismo económicos de los directivos de organizaciones como Corporación Kimirina, han permitido CONOCER esta realidad para implementar su detención. Claro, no sabemos quienes están en riesgo, y aplicamos con cierta pusilanimidad las tablas regionales de la OPS (Organización Panamericana de la Salud), y la propia ONUSIDA, haciendo caso omiso a una realidad que desconocemos como habitantes de la caverna de Platón.

Entre las sombras que vemos proyectadas en la pared, se ven siluetas, figuras, siglas y lejanas esperanzas de cambio, pero este no puede ser factible, mientras las comunidades no se sienten en los puestos de decisión y tomen las riendas de sus necesidades. Entre las siluetas vuelve cada vez el elegido, sabedor único de las herramientas de prevención, pero no para implementarlas, sino para sostener su status quo.

Vergüenza y miseria si ustedes no pueden pulsar a que sus organizaciones se exijan un cambio REAL y no nominal en sus estructuras. Vergüenza de país que acepta estos eventos sin que la herida de su realidad no propenda a la cicatrización de su mala práctica. Vergüenza de una comunidad que no se para frente a esta realidad y no la denuncia, mientras sus sueldos del vih sirven para eventualizar sus reivindicaciones.

Vergüenza y pena de aquellos que han devenido positivos este último año y tienen que soportar una vida de precarización de su salud, antes de recibir el tratamiento, cuando ya hayan bajado sus defensas. 

Vergüenza de historia.