martes, 7 de julio de 2009

Amar es la señal de no haber muerto

DESANGELADO
Inmemorian Jorge Enrique Adoum
invitado: Raúl Pérez Torres


En días pasados, Nicole Adoum, me pasó los últimos poemas del gran poeta ecuatoriano. Ahora que se ha ido, quiero recordar lo que escribí con dolor en esos días:
Sacrilegio estas palabras tímidas sobre Jorge Enrique. Más aún si él mismo ha llegado al silencio. Iluminada por el silencio su poesía. Conciencia en reposo, su gran poesía viaja hacia el silencio que es donde tiene que estar. Leve rumor de silencio su palabra, apenas el ruido que hacen las hojas de su espíritu para iluminar el follaje. A toda gran poesía le espera la sabiduría del silencio, y ahí se está, regodeándose con el Todo que es el lugar de Ninguna Parte. Hojas de otoño adumisadas por un viento imperceptible y secreto. En paz ya con la incertidumbre que tiene entrañas de mujer, alas de cuervo, afán de obrero o de soldado, en paz con el amor, con su liturgia, con el mundo de los otros que es este mundo. Amar es la señal de no haber muerto, tu lo has dicho, y trascender poesía, soñar en poesía, vivir en olor de poesía, que es santidad, pregúntale al de Asís, hermano Francisco de los lobos y del tiempo. Si yo, para embuenecerme leo tus últimos versos sobre la ira de Lope de Aguirre, esa nostalgia. Especial alumbre tu palabra, siempre el silencio regresa hacia su origen, donde te espera quizá, semidormida, tu amante, la metáfora.

Estar en el mundo pero no ser del mundo, dicen los sabios, que aconsejaba Jesús a sus discípulos, y así te he visto pasar todas tus existencias, como que no eran tuyas sino de la iluminación que te persigue como una mariposa . Travesía cuántica la tuya, y acuática, nivel de agua, de ahogo, la palabra. Tú, que tanto la defendiste, ya no la necesitas. La sabiduría es el otro registro para siempre.

Hay un místico persa, recuerdas Jorge Enrique, Se llama Rumí, como cualquiera de nosotros. Cantaba acongojado, desangelado, lo que sigue:

Cuando yo muera
Me elevaré con ángeles.
Y cuando muera para los ángeles,
No puedo imaginar
Que será de mí.

Sigo y seguiré repitiendo tus poemas, como un mantra , como una plegaria para adentro, quizá cada palabra sea un mantra, y cada mantra sea el nombre de Dios o su vibración en tus palabras. De qué vale la cruz sin el crucificado, La cruz es la palabra.

Has dicho en tus últimos poemas que la vida más larga es siempre corta. ¿Tiene esto algún sentido?

Si sales de los cinco sentidos, (es una promesa bíblica como la lluvia) alguien te está esperando…

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