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martes, 16 de febrero de 2021

En memoria de Orlando Sierra*


por Marcelo Larrea


Solía caminar por los predios universitarios con sus blue jeans raídos y su cola a la otavaleña; tenía la rara habilidad de mimetizarse con las generaciones que año tras año incursionan en la Central, donde se destacó como un catedrático de agudo sentido crítico.


Solía armar barricadas entre las calles del viejo Quito, para encender el fuego de las huelgas generales, con las que la clase obrera ha respondido a los dictámenes coloniales del Fondo Monetario Internacional, entonces, piedra en mano agitaba a la muchedumbre y le convocaba a la lucha. Reunía a la vez la perspicacia del observador y analista científico y el coraje del militante apasionado.


Solía escribir versos y escuchar a los poetas. Una vez lo vimos al pie del monumento a Dante Aligheri en La Alameda, presentando la "Pedrada Zurda". Solía amar en dolor mayor, así llevó en sus manos el cadáver de su hija, Sayonara, destrozada por más de 40 balas de los asesinos uniformados en los días sangrientos del febrescorderismo.


Militante del Partido Socialista Revolucionario, firme partisano de los destacamentos de la clase obrera, dirigente de la FEUE en su juventud, de la Federación de Trabajadores de Pichincha, Presidente Honoris Causa de la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha, profesor universitario y ensayista, todo en grado relevante, Orlando Sierra fue símbolo, signo y cifra de una generación que buscó tesoneramente la revolución y, solo encontró los trágicos vientos de la traición stalinista que se esparcieron por el mundo, desde la persecución de la Oposición de Izquierda en la década del 20 hasta los actuales capítulos de la Perestroika.


Orlando Sierra encarnó el espíritu indomable de un revolucionario, mezclado con el estoicismo romántico y bohemio de los guerrilleros legendarios de América Latina. El vivió la revolución cubana, el suicida drama heroico del Ché, la ilusión e inexorable muerte del frente popular de Allende, la victoria y derrota de los sandinistas y finalmente el colapso de los regímenes stalinistas. con sus burócratas buscando la vía rápida al capitalismo. Vio a sus falsos héroes desmoronarse ante sus ojos y descubrió su rostro verdadero, tarde, cuando ya la muerte lo abrazaba.


Lector cautivo de León Trotsky, le gustó llamarse a sí mismo trotskysta, a pesar de que no lo fue y nunca asumió la militancia política en la Cuarta Internacional. Víctima del eleccionismo de su tiempo, casi consustancial a la intelectualidad latinoamericana, fiel a las versiones ecuatorianas del socialismo de Manuel Agustín Aguirre, fue su heredero elegido.


En sus últimos años bregó por la democracia en las organizaciones obreras, la democracia que aterroriza a la burocracia sindical, que le respondió con la condena al aislamiento, pero continuó su lucha hasta el amargo día en que un accidente le cegó la conciencia y meses más tarde la vida.


Por sus irreductibles valores, por su ejemplar honestidad, por su devoción al socialismo, a pesar de todos los errores y limitaciones que adversarios y compañeros puedan imputarle, su nombre y su obra reflejando su propia luz quedan ya, indeleblemente escritos en la historia de la clase obrera.




*Publicado en el periódico La Hora el jueves 12 de septiembre de 1991

martes, 26 de noviembre de 2019

El duelo

Ivan Aivazovsky

Un día, varios años después, lloré la muerte de mi padre. Fue una Epifanía, si se la puede llamar así, un encuentro mágico con el duelo. Ahora feliz, recuerdo con nostalgia esa dura representación de una versión de mí que no conocía.

Gustavo era un hombre bellísimo, un modelo de belleza. Literalmente. Delante de él, una copa de vino de cepa Malbec. A su lado, Martina,  de mirada suave, quizá por la presencia de Gustavo, intenta simplemente estar.

"El Malbec es una cepa gay, León". Él desliza una gota generosa de vino en su boca deliciosa y me mira lúbrico y divertido. Me cuenta que en su país que cuelga del Río de la Plata, quien pide Malbec, pide un vino suave, poco resistente a las papilas gustativas, pero profundo y antiguo. Hemos decidido tomar todos esa cepa, cuando han dejado que yo tome esa decisión.

No pude continuar la frase de respuesta que había empezado. "Mi padre era..." Mi cuerpo lloraba y yo, con la cabeza gacha simplemente, asustado, intentaba sencillamente no emitir sonidos.

- Perdonad, resolví alzando la mirada.
- No. Has llorado como un hombre, me dijo Gustavo, bajando la mirada y tomando la rodilla de Martina. Fugazmente, durante unos segundos, fueron la pareja que hace mucho no eran. Y que jamás volvieron a ser, por otro lado.

Descubrí que era mentira que mi padre no hubiese hecho una relación profunda conmigo.

Que la muerte era mentira, mentira, mentira.

martes, 21 de marzo de 2017

La Cultura Maltratada*


La forma en la que el alcalde Mauricio Rodas entiende la cultura ha sido cuestionada por varios sectores, que sostienen que privilegia el espectáculo por sobre el arte.
"El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales". León Sierra, defenestrado coordinador del Centro de Arte Contemporáneo, denuncia la situación de la cultura oficial en la administración del Distrito Metropolitano de Quito.
León Sierra Páez

En las últimas semanas estuve en el ojo del huracán de un intenso debate sobre gestión y política pública cultural, que nos ha permitido generar importantes reflexiones sobre el rumbo de la gerencia de la cultura en el Distrito Metropolitano de Quito, y que expongo a continuación.

Partamos del hecho claro de que administrar los recursos públicos de cultura no significa que administras la cultura y ese, aunque parezca un concepto obvio, es un detalle importante para entender las graves desviaciones que tiene la gestión del sector en la ciudad que no logra superar vicios históricos que se toleran y legitiman en la gerencia de la política cultural, como si se tratara de una seña de identidad. De entre todos los defectos de gestión, en mi criterio, hay dos que son los más peligrosos para la garantía de derechos culturales:

UNO. La ausencia de visión estratégica o de cómo tratar mal a la cultura.

La administración de lo público ha de partir del reconocimiento que tienen los ciudadanos de gozar de derechos culturales y de la obligación que tienen las instituciones de garantizarlos. En tanto la Política Pública es el continente estratégico que orienta las acciones del sector en base a unos objetivos generales, la gestión cultural es el contenido específico que define las herramientas, recursos y procesos para alcanzar esos objetivos.

Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito, a cargo del fotógrafo Pablo Corral, a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural. En primer lugar, porque no cuenta con un diagnóstico actualizado ni del inventario, ni de las necesidades concretas de la ciudad (¿georeferencia? ¿Qué es eso?)… Como si la cultura pudiera obviar la tecnología y la planificación.

En segundo lugar, porque carece de una plataforma de sistematización y divulgación de las acciones realizadas, y por lo tanto, no hay un registro de la huella cultural de la ciudad como referencia, para diseñar planes estratégicos (¿repositorio? ¿Qué es eso?). Recién en enero de 2017, y a partir del modelo de gestión que propusiéramos desde la coordinación del Centro de Arte Contemporáneo, la SECU anuncia orgullosa la creación de un repositorio digital ¡Bravo! Pero ¿Sabe cómo utilizarlo en planificación y estrategia? ¿O es otra pesca de oído?

Seis meses atrás, en junio de 2016, el Secretario Corral sorprendió a la ciudad con la noticia de que se había aprobado la resolución 015 sobre derechos culturales que resultó ser (tal como lo anuncia en el primer párrafo), una declaración de principios, un tazón de agua tibia en donde, de manera elemental, se puso a remojo a todas las instituciones que conforman la “Red Metropolitana de Cultura”, un documento genérico (y pobremente redactado), en el que básicamente se resuelve que todas las instituciones de cultura del DMQ están bajo la autoridad directa de la Secretaría de Cultura pero no establece objetivos estratégicos, ni metas a largo plazo ni dice cómo estas instancias en red deberían interactuar.
Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito,  a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural.
En cuanto a la gestión específica y según su propia autodefinición, la Secretaría debería: “...En base a las competencias de una rectoría que debe impulsar políticas públicas distritales, en materia cultural con énfasis en el fortalecimiento del campo de las artes y la cultura, mediante la aplicación de planes, programas, proyectos y sistemas de fondos concursables que estimulen y fortalezcan los ciclos de la producción creativa...” Pero no existen documentos que contengan esos “planes y proyectos”, no hay un modelo de gestión de la Red de Cultura en el DMQ, no se establecen roles, plataformas, instrumentos de gestión y evaluación. No existe un modelo de planificación que grafique el impacto esperado de la inversión en cultura. No se establecen los mecanismos de acceso y democratización y mucho menos los de evaluación y monitoreo o rendición de cuentas.

La conformación de la red de cultura del DMQ incluye instancias netamente municipales y otras de carácter privado que actúan con fondos públicos y con criterios absolutamente discrecionales como las Fundaciones (teatros y museos) que tienen una naturaleza contradictoria: en tanto instituciones de derecho privado aplican el Código del Trabajo y sus empleados son la mano de obra barata de la cultura en Quito; por ejemplo, si en el Municipio de Quito bajo la LOSEP el salario más bajo es el de cuidador de servicios higiénicos con 543 USD, en la Fundación Museos de la Ciudad un mediador educativo con grado universitario y hasta maestría gana 600 USD, trabaja los fines de semana en horario rotativo y solamente tiene quince días de vacaciones al año. Por otro lado, las fundaciones son mecanismos cuasi discrecionales de contratación de bienes y servicios culturales que están en permanente disputa y, programan espacios simbólicos de legitimación (teatros y museos) que también son altamente codiciados por los actores culturales, pero lo hacen sin una plataforma estratégica que garantice la democratización del acceso a esos recursos; termina siendo campo de batalla del siguiente gran problema:

DOS. Prácticas clientelares y de grupos de presión particulares.

Sí, mi estimado lector, entendió bien, se trata de erradicar lo que se conoce como “las argollas”. La gestión de lo público debe democratizar el acceso a bienes y servicios, promover la participación activa de todos los sectores involucrados y garantizar la transparencia de las acciones. Esta es una trilogía dorada que blinda a cualquier administrador de ser víctima de la arquitectura del chantaje sobre los recursos públicos y esto solamente se logra con una planificación estratégica sólida; sistemas eficientes de accesibilidad, publicidad y transparencia de la gestión, elementos de los cuales carece la ciudad de Quito al día de hoy.

En esta administración, la Secretaría de Cultura parece sufrir de Síndrome de Estocolmo con un minúsculo colectivo de artes contemporáneas que extorsiona a las administraciones de museos a través de la propia Secretaría, que toma decisiones completamente erráticas sin más fundamento que el chisme de red. Ofrece museos que no puede cumplir, hace cambios de dirección sin ningún sustento técnico y se angustia por esconder la basurilla bajo la alfombra, con el argumento de que (cito correo del Secretario Corral, tres días antes de que se me anuncie la destitución del cargo de Coordinador del CAC[1], en reclamo a una aclaración que hice respecto a manejos incoherentes de los recursos de la FMC a través del CAC en anteriores administraciones, las negrillas son mías): "...anteriores coordinaciones pertenecen a la misma administración del alcalde Rodas. Me parece gravísimo hacer comentarios negativos sobre ellas, y aún peor hablar públicamente sobre procesos de contratación pública que pertenecen al mismo período del mismo alcalde y que deben ser manejados con mucha cautela…”.

Evidentemente, cualquier grupo de interés sabrá cómo presionar a una Secretaría que, carente de procesos claros, homologados y transparentes; procura las relaciones con los actores culturales (influyentes) de forma clientelar.

Epílogo. El día que secuestraron a don Mariano

Sin lugar a dudas, el Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera”, es uno de los reconocimientos más importantes que se otorga a las artes en el Ecuador, quizás no por el monto asignado a las becas y premios, como por el prestigio del decano de los galardones que este año cumple 100 años. Pero por esta misma razón ha sufrido algunos momentos de crisis simbólica que reflejan de alguna manera las dinámicas y transiciones culturales de la ciudad; la más importante, el colapso del Premio como Salón de la Ciudad para evolucionar a una lógica de fomento y trayectoria en la ordenanza 0224 que se conoce como Nuevo Mariano.

Según esta ordenanza de 2012:

Art ...19 “El Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera” incentivará la producción de arte nacional y reconocerá tanto la trayectoria de los participantes como la generación de nuevos proyectos, a través del Premio Nuevo Mariano...". Nótese que no menciona la categoría Arte Contemporáneo, esta aparece en la resolución 009 que en 2014 reglamenta las bases del PMA, es allí que se añade un paréntesis que especifica “para proyectos de arte contemporáneo” ¿Cómo llegó esa categorización allí? ¿Quién la puso? ¿Con qué criterios? Nunca lo sabremos, lo cierto es que apenas en su segunda edición los Nuevos Marianos fueron dedicados exclusivamente al arte contemporáneo y, en la práctica, de las diez becas, ocho fueron otorgadas a la categoría creación artística, una a investigación y una a editorial, las demás categorías se declararon desiertas.

Este año -del centenario-, se debe realizar la tercera edición y ya se han saltado algunos de los mandatos de la ordenanza, por ejemplo, no se realizaron convocatorias en provincias y tomando en cuenta que el CAC espera nuevo Coordinador y está vacante la jefatura del Premio Mariano Aguilera, se prevé que tampoco se realicen gestiones de convocatoria dirigida a colectivos de artistas o centros académicos. El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales, lo que resulta en fenómenos improbables como si un mismo proyecto se lleve los tres principales premios de fomento del país en un mismo año, simplemente cambiando el nombre del proponente.

Según ladefinición de arte contemporáneo emitida por el Secretario de Cultura de Quito en una reciente entrevista,“…lo contemporáneo no es lo bidimensional o las esculturas, son manifestaciones que están más cercanas de la idea que de la plástica…” Así que Don Mariano está secuestrado por la élite de “la idea” y, totalmente fuera del alcance de jóvenes talentos anónimos, de los territorios y, de cualquier otra manifestación artística.

En conclusión, la falta de Políticas Públicas estratégicas y de mecanismos de gestión eficientes y transparentes en cultura no es una omisión inocente, ni siquiera es incompetencia, es una forma desarrollada de administrar el poder, en el vacío metodológico, la autoridad del “ente rector” decide sin necesidad de consenso ni de rendición de cuentas; bastan algunos eventos espectaculares, coloridos y muy costosos, para dar la sensación de gestión y para ganar algunos puntos de popularidad y el “premio al empleado del mes”.

Mientras tanto, los artistas se comen la camisa y renuncian al oficio, van peregrinando por las oficinas implorando el espacio para ensayar, para enseñar, para interactuar. Mientras tanto los públicos rebotan de nariz en exposiciones agobiantes ante las cuales se desbarata cualquier gusto por el arte. Mientras tanto la ciudad pierde la noción del espacio público como lugar de encuentro y disfrute. Mientras tanto…



[1] Cese que supuso mi despido intempestivo y de cinco personas más de mi equipo que articulaban un modelo de gestión ampliamente descrito en el brochure del CAC y que ha supuesto la des institucionalización nuevamente de un proceso de trabajo que debe de ser continuado ( Fuente: https://issuu.com/artecontemporaneoq/docs/brochure_cac_ok )

* Artículo Publicado en PlanV el 12 de Marzo de 1991

martes, 21 de febrero de 2017

Carta abierta a la Secretaría de Cultura y la Fundación Museos de la Ciudad

Foto: Pablo Jijón

Ante el comunicado/convocatoria emitido por la Dirección Ejecutiva de la Fundación Museos de la Ciudad en donde, escuetamente, se informa de mi salida y la de todo mi equipo de trabajo de la Coordinación del Centro de Arte Contemporáneo de Quito, me permito puntualizar que esta fue dispuesta directamente por la Secretaría de Cultura sin mediar explicación, evaluación o causal expresa.

En el comunicado de la FMC se nos agradece el profesionalismo, la dedicación, la perspectiva técnica y el aporte de León Sierra y de su equipo en el último año” afirmación que agradecemos, pero que demuestra lo errático y contradictorio del manejo de la política de cultura en el DMQ que procede, además, de manera ilegítima ya que no se trataba de un espacio por designación, si no de un cargo para el que fui seleccionado por concurso público de méritos, entre 134 aspirantes a nivel nacional.

En el comunicado se menciona la necesidad de alinear las perspectivas técnicas y administrativas” lo que no es más que es un eufemismo para justificar que un muy reducido grupo de actores del arte contemporáneo local controlen el CAC como espacio de operación, mercadeo y fuente de recursos propia y exclusiva.

Las diferencias que nuestra gestión marcó con este grupo son de conocimiento público y marcaron una fuerte presión desde el inicio mismo de mi gestión al frente del CAC a pesar de nuestra voluntad permanente de diálogo.

Es claro que las diferencias conceptuales fundamentales que originan este conflicto han sido, en primer lugar la reivindicación de la memoria y patrimonio artístico y cultural, tanto del edificio, como de las colecciones de arte moderno que permanecen guardadas, mientras se pretende forzar la creación de un “museo de arte contemporáneo” que es inviable por la enorme inversión, los costos de operación y, sobre todo, porque no existe aún una producción artística de nivel museable en el arte contemporáneo local.

En segundo lugar, mi gestión en el CAC procuró democratizar el espacio y redistribuir recursos a diversas artes, colectivos y gestores que no eran exclusivamente los de la corriente de arte contemporáneo VIP (video, instalación, perfomance), así como acercar a las comunidades y públicos diversos desde una perspectiva de ESPACIO PÚBLICO frente a la práctica de galería particular que se venía aplicando.

En tercer lugar, durante mi gestión se construyeron modelos y protocolos de trabajo que garantizan un manejo transparente y eficiente de recursos y que apuntaban a romper barreras de acceso a los recursos y al espacio público, que incluyen modelos de evaluación propios, de los que carece por ejemplo el Sistema Metropolitano de Cultura y que deriva en decisiones discrecionales, contradictorias, sin continuidad que provocan inestabilidad y generan altos costos para la ciudad que asiste a una gestión de cultura “eventista” de corto plazo y carente de una sólida visión de ciudad.

Finalmente, en mi convencimiento de que en la gestión de LO PÚBLICO la transparencia es fundamental, realicé denuncias sobre prácticas poco éticas de artistas que acaparan los fondos públicos burlando los procesos y burlándose de las instituciones y hasta de sus pares. Así mismo denunciamos el derroche de recursos de la ciudad en actividades sin impacto ni estrategia, originadas en visiones elitistas que desconocen las realidades cotidianas de los creadores.

Esta posición de frontalidad y transparencia, amparado en la independencia y legitimidad que me daba el ser una autoridad elegida por concurso de méritos y no designada políticamente aparentemente molestó a grupos de poder oficiales y no oficiales del DMQ, en particular a la Secretaría de Cultura, que finalmente procede a separarme intempestivamente a mí y a un equipo de cinco personas cuya competencia y trabajo son reconocidas por la misma Fundación Museos de la Ciudad y diversos interlocutores culturales en este año de gestión.

Nos queda esperar que este nuevo concurso que se convoca para el CAC encuentre personas comprometidas con la ciudad y la cultura más allá de los intereses de grupo. Que las nuevas autoridades recojan lo avanzado por nuestra gestión, fortalezcan y den soporte a los equipos humanos que construyen la cotidianidad de las instituciones. Que tengan la capacidad de pensar estratégicamente y con un profundo sentido de identidad y de pertenencia para asumir la enorme responsabilidad del cuidado y gestión del patrimonio material e inmaterial de la ciudad.

Hasta aquí lo malo.

Lo excelente, ha sido el enorme proceso de vinculación con diversos artistas y actores culturales de la ciudad. El esforzado y brillante trabajo de todo el equipo del CAC, quienes en la sombra, promueven con su ejercicio la brillantez de una apuesta artística y desde luego de la gerencia del espacio y su programática.

Amigos, artistas, gentes de esta ciudad de montañas voladoras: gracias, ánimo, a seguir poniendo amor a las cosas que nos pertenecen, estaremos acompañando, permanentemete desde nuestra práctica orgánica todo proceso ciudadano y contracultural que se geste. Hemos roto, por momentos, los muros impertinentes de la ciudad invisible, aquella que insisten en que no nos pertenece.

¡Hasta pronto!

viernes, 20 de febrero de 2015

En Tinieblas o El Bluff Surrealista

Artaud por Man Ray

Invitado: Antonin Artaud

Que los surrealistas me hayan expulsado o que yo mismo me haya alejado de sus grotescos simulacros, hace mucho que no es ésa la cuestión1

Me retiré porque estaba harto de una mascarada que había durado demasiado, por otra parte estaba muy seguro de que en la nueva posición que habían elegido, no menos que en cualquier otra, los surrealistas no harían nada. 

Y el tiempo y los hechos no tardaron en darme la razón. 

Uno se pregunta qué puede importarle al mundo que el surrealismo coincida con la Revolución o que la Revolución deba hacerse por fuera y por encima de la aventura surrealista, cuando se considera la poca influencia que los surrealistas han tenido sobre las costumbres y las ideas de esta época. 

Además, hay todavía una aventura surrealista y acaso no ha muerto el surrealismo el día en que Breton y sus adeptos creyeron que debían adherir al comunismo y buscar en el terreno de los hechos y de la materia inmediata el resultado de una acción que normalmente sólo podía desarrollarse dentro de los marcos íntimos de la mente. 

Creen poder permitirse echarme cuando hablo de una metamorfosis de las condiciones interiores del alma2, como si yo entendiera el alma en el sentido infecto en que ellos mismos la entienden y como si desde el punto de vista de lo absoluto pudiera tener el menor interés ver cambiar la estructura social del mundo o ver pasar el poder de manos de la burguesía a las del proletariado. 

Si los surrealistas realmente buscaran eso, al menos tendrían una excusa. Su objetivo sería banal y restringido pero al menos existiría. ¿Pero tienen acaso algún objetivo hacia el que lanzar una acción y cuándo fueron capaces de formularlo? 

 ¿Acaso trabajamos con una meta? ¿Trabajamos con móviles? ¿Creen los surrealistas poder justificar su expectativa por el simple hecho de la conciencia que tienen? 

La expectativa no es un estado de ánimo. Cuando no se hace nada no se corre el riesgo de romperse la cara. Pero no es razón suficiente para que hablen de uno. 

Desprecio demasiado la vida para pensar que cualquier cambio desarrollado en el marco de las apariencias, pueda cambiar algo de mi detestable condición. 

Lo que me separa de los surrealistas es que aman tanto la vida como yo la desprecio. 

Disfrutar en toda ocasión y por todos los poros es el centro de sus obsesiones. Pero el ascetismo no coincide con la verdadera magia, incluso la más sucia, incluso la más negra. Incluso el gozador diabólico tiene aspectos ascéticos, un cierto espíritu de mortificación. 

No hablo de sus escritos que son brillantes aunque vanos desde el punto de vista que ellos sostienen. Hablo de su actitud central, del ejemplo de toda su vida. Yo no tengo odio individual. Los rechazo y los condeno en bloque rindiendo a cada uno de ellos toda la estima e incluso toda la admiración que merecen por sus obras o por su inteligencia. En todo caso y desde ese punto de vista no cometeré, como ellos, el infantilismo de darle vuelta la cara a ese tema, y de negarles talento porque han dejado de ser mis amigos. Pero felizmente no se trata de eso. 

Se trata de una ruptura del centro espiritual del mundo, de un desacuerdo de las apariencias, de una transfiguración de lo posible que el surrealismo debía contribuir a provocar. Toda materia comienza por un desarreglo espiritual. Confiar en las cosas, en sus transformaciones, en el cuidado al conducirnos es un punto de vista de torpe obsceno, de aprovechador de la realidad. Nadie ha comprendido nada nunca y los surrealistas no comprenden y no pueden prever a dónde los llevará su voluntad de Revolución. Incapaces de imaginar, de representarse una Revolución que no evolucione dentro de los desesperantes marcos de la materia, se resguardan en la fatalidad, en cierto azar de debilidad y de impotencia que les es propio, del trabajo de explicar su inercia, su eterna esterilidad. 

El surrealismo siempre ha sido para mí una nueva forma de magia. La imaginación, el sueño, toda esta intensa liberación del inconsciente que tiene por finalidad hacer aflorar a la superficie del alma lo que habitualmente tiene escondido, debe necesariamente introducir profundas transformaciones en la escala de las apariencias, en el valor de significación y en el simbolismo de lo creado. Lo concreto cambia completamente de vestido, de corteza, no se aplica más a los mismos gestos mentales. El más allá, lo invisible rechaza la realidad. El mundo ya no se sostiene. 

Entonces se puede comenzar a calibrar los fantasmas, a rechazar las falsas apariencias. 

Que la muralla espesa de lo oculto se hunda de una vez sobre todos esos impotentes charlatanes que consumen su vida en admoniciones y vanas amenazas, sobre esos revolucionarios que no revolucionan nada. 

Esos torpes tratan de convertirme3. Ciertamente tendré mucha necesidad. Pero al menos yo me reconozco inválido y sucio. Aspiro después a otra vida. Y bien pensado, prefiero estar en mi lugar y no en el suyo4

¿Qué queda de la aventura surrealista? Poca cosa además de una gran esperanza decepcionada, pero en el terreno de la literatura misma tal vez hayan aportado algo. 

Esa cólera, ese disgusto quemante volcado sobre la cosa escrita constituye una actitud fecunda y que tal vez un día, más tarde, sirva. La literatura ha sido purificada por ella, próxima a la verdad esencial del cerebro. Pero eso es todo. Conquistas positivas al margen de la literatura, de las imágenes, no ha habido y sin embargo era el único hecho importante. De la buena utilización de los sueños podía nacer una nueva forma de conducir el pensamiento, de mantenerse en medio de las apariencias. 

La verdad psicológica estaba despojada de toda excrecencia parasitaria, inútil, aproximada mucho más de cerca. Entonces se vivía con seguridad, pero tal vez es una ley de la inteligencia que el abandono de la realidad sólo puede conducir a fantasmas. En el marco exiguo de nuestro dominio palpable estamos apurados, exigidos de todas partes. Lo hemos visto bien en esa aberración que llevó a revolucionarios en el plano más alto posible, a literalmente abandonar ese plano, a dar a la palabra revolución su sentido utilitario práctico, el sentido social que se quiere pretender el único válido, porque nadie quiere contentarse con palabras vanas. Extraña vuelta sobre sí mismos, extraño nivelamiento. 

¿Quién puede creer que anteponer una simple actitud moral bastará, si esta actitud está enteramente marcada por la inercia? El interior del surrealismo lo conduce hasta la Revolución. Ese es el hecho positivo. La única conclusión eficaz posible (según dicen ellos) y a la que un gran número de surrealistas se ha rehusado a adherir; pero, a los otros, ¿qué les ha dado y qué les ha hecho dar su adhesión al comunismo? 

No los hizo dar ni un paso. En el círculo cerrado de mi persona nunca sentí la necesidad de esta moral del devenir que, parece, revelaría la Revolución. Yo coloco por encima de toda necesidad real las exigencias lógicas de mi propia realidad. Es la única lógica que me parece válida y no una lógica superior cuyas irradiaciones no me afectan sino en tanto tocan mi sensibilidad. No hay disciplina a la que me sienta forzado a someterme por riguroso que sea el razonamiento que me lleva a aceptarla. 

Dos o tres principios de muerte y de vida están para mí por encima de toda sumisión precaria. Y cualquier lógica siempre me parecerá prestada.

*
El surrealismo ha muerto por el sectarismo imbécil de sus adeptos. Lo que queda es una especie de montón híbrido al cual los mismos surrealistas son incapaces de ponerle nombre. Perpetuamente cerca de las apariencias, incapaz de hacer pie en la vida, el surrealismo todavía está buscando su salida, pisoteando sus propias huellas. Impotente para elegir para decidirse ya sea totalmente hacia la mentira, ya sea totalmente hacia la verdad (verdadera mentira de lo espiritual ilusorio, falsa verdad de lo real inmediato, pero destruible), el surrealismo busca este insondable, este indefinible intersticio de la realidad donde apoyar su palanca, antes poderosa, hoy en manos de castrados. Pero mi debilidad mental, mi cobardía bien conocidas se rehúsan a encontrar el menor interés en las convulsiones que sólo afectan ese lado exterior, inmediatamente perceptible de la realidad. Para mí, la metamorfosis exterior es algo que sólo puede estar dado por añadidura. El programa social, el programa material hacia el que los surrealistas dirigen sus pobres veleidades de acción, sus odios jamás virtuales a todo, son para mí sólo una representación inútil y sobrentendida. 

Sé que en el debate actual tengo de mi lado a todos los hombres libres, a todos los verdaderos revolucionarios que piensan que la libertad individual es un bien superior al de cualquier conquista obtenida en un plano relativo. 

*
¿Mis escrúpulos hacia toda acción real? 

Estos escrúpulos son absolutos y de dos clases. Hablando absolutamente, apuntan a ese sentido enraizado de la profunda inutilidad de cualquier acción espontánea o no espontánea. 

Es el punto de vista del pesimismo integral. Pero una cierta forma de pesimismo lleva en sí su lucidez. La lucidez de la desesperación, de los sentidos exacerbados y como en las orillas de los abismos. Y al lado de la horrible relatividad de cualquier acción humana, esta espontaneidad inconsciente que pese a todo impulsa a la acción. 

Y también en el terreno equívoco, insondable del inconsciente, de las señales, de las perspectivas, de las percepciones, toda una vida que crece cuando se establece y se revela aún capaz de turbar el espíritu. 

Estos son pues nuestros escrúpulos comunes. Pero al parecer ellos se decidieron por la acción. Pero una vez reconocida la necesidad de esta acción, se apresuran a declararse incapaces de ella. La configuración de su pensamiento los aleja para siempre de este terreno. Y en lo que a mí concierne ¿dije alguna vez otra cosa? En mi favor, de todos modos, circunstancias psicológicas y fisiológicas desesperadamente anormales y en las que ellos no podrían prevalecer. 


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1 Insistiré apenas sobre el hecho de que los surrealistas no hayan encontrado nada mejor para tratar de destruirme que servirse de mis propios escritos. Es necesario que se sepa que la nota que figura al pie de las páginas 6 y 7 del artículo «Au grand jour» y que apunta a arruinar los fundamentos de mi actividades es apenas una reproducción pura y simple, la copia apenas disfrazada de fragmentos tomados de textos que yo les destinaba y donde me ocupaba de poner a la luz su actividad, embutida de odios miserables y de veleidades sin futuro. Esos fragmentos constituían la materia de un artículo que me rechazaron sucesivamente dos o tres revistas, entre ellas la N.R.F, por demasiado comprometedor. Poco importa saber por los oficios de qué soplón llegó este artículo a sus manos. Lo esencial es que lo hayan encontrado tan molesto como para sentir la necesidad de neutralizar su efecto. En cuanto a las acusaciones que les destinaba y que me devuelven, dejo a la gente que me conoce bien, no ya según su innoble manera, el trabajo de clasificarnos. En el fondo, todas las exasperaciones de nuestra pelea giran alrededor de la palabra Revolución. 
2 Como si un hombre que ha sentido de una vez por todas los límites de su acción, que rehúsa comprometerse más allá de lo que él cree que son esos límites, fuera menos digno de interés, desde el punto de vista revolucionario, que el gritón imaginario que en el mundo asfixiante en el que vivimos, mundo cerrado y para siempre inmóvil, en atención a no sé qué estado insurreccional del cuidado de clasificar los actos y los gestos que todos saben bien que no haré. Exactamente eso es lo que me ha hecho vomitar el surrealismo: la consideración de la impotencia nativa, de la debilidad congénita de esos señores, opuesta a su actitud perpetuamente ostentatoria, a sus amenazas en el vacío, a sus blasfemias en la nada. ¿Y hoy, qué hacen ellos para desplegar una vez más su impotencia, su invencible esterilidad? Es por haber rehusado a comprometerme más allá de mí mismo, por haber reclamado silencio alrededor mío y por ser fiel en pensamiento y en acto a lo que sentía ser mi profunda, mi irremisible impotencia que esos señores han juzgado mi presencia inoportuna entre ellos. Pero lo que les pareció por encima de todo condenable y blasfematorio fue que no quisiera comprometerme sino conmigo mismo acerca de la determinación de mis límites, que exigiera ser dejado libre y dueño de mi propia acción. ¿Pero qué me importa toda la Revolución del mundo si sé permanecer eternamente doloroso y miserable en el interior de mi propio osario? Que cada hombre no quiera considerar nada más allá de su sensibilidad profunda, de su yo íntimo, es para mí el punto de vista de la revolución integral. No hay mejor revolución que la que me beneficia a mí y a la gente como yo. Las fuerzas revolucionarias de un movimiento cualquiera son aquellas capaces de desarticular el fundamento actual de las cosas, de cambiar el ángulo de la realidad. Pero en una carta escrita a los comunistas, ellos confiesan su absoluta falta de preparación en el terreno en el que acaban de comprometerse. Más aún, que el tipo de actividad que se les pide es inconciliable con su propio espíritu. Y es aquí que ellos y yo, sea lo que sea, nos volvemos a reunir al menos en parte en una inhibición esencialmente similar aunque debida a causas graves en otro sentido, en otro sentido significativas para mí que para ellos. Se reconocen finalmente incapaces de hacer lo que yo siempre me rehusé a intentar. En cuanto a la acción surrealista misma, estoy tranquilo. Casi no pueden sino pasar sus días condicionándola. Hacer el balance, hacer el balance en ellos como cualquier Stendhal, esos Amiel de la Revolución comunista. La idea de la Revolución siempre será para ellos una idea, sin que esta idea, a fuerza de envejecer adquiera una sombra de eficacia. ¿Pero acaso no ven que revelan la inanidad del movimiento surrealista, del surrealismo intacto de toda contaminación, cuando sienten la necesidad de romper su desarrollo interno, su verdadero desarrollo para apuntalarlo por una adhesión de principio o de hecho al Partido Comunista Francés? ¿Era esto aquel movimiento de revuelta, aquel incendio en la base de la realidad? ¿Acaso el surrealismo, para vivir, tenía necesidad de encarnarse en una revuelta de hecho, de confundirse con reivindicaciones concernientes a la jornada de ocho horas, o al reajuste de los salarios o la lucha contra la vida cara? ¡Qué chiste o qué bajeza de alma! Sin embargo es lo que parecen decir, ¡¡¡que esta adhesión al Partido Comunista Francés les parecía la continuación lógica del desarrollo de la idea surrealista y su única salvaguarda ideológica!!! Pero yo niego que el desarrollo lógico del surrealismo lo haya llevado hasta esta forma definida de revolución que se entiende bajo el nombre de Marxismo. Siempre pensé que un movimiento tan independiente como el surrealismo no se justificaba con los procedimientos de la lógica ordinaria. Además es una contradicción que no perturba a los surrealistas, dispuestos a no perder nada de todo lo que pueda ser una ventaja para ellos, de todo lo que momentáneamente pueda servirles. Háblenles con su Lógica, responderán Ilógico, pero digan Ilógico, Desorden, Incoherencia, Libertad, responderán Necesidad, Ley, Obligación, Rigor. Esta mala fe esencial es la base de sus maniobras.
3 Ces brutes quʹils me convient de me convertir. Frase muy oscura, de difícil traducción. (N. de la T) 
4 Esta bestialidad de la que hablo y que tanto los subleva es sin embargo lo que los caracteriza mejor. Su amor al placer inmediato, es decir a la materia, les ha hecho perder su primitiva orientación, ese magnífico poder de evasión cuyo secreto creímos nos iban a dispensar. Un espíritu de desorden, de mezquina chicana, los impulsa a desgarrarse unos a otros. Ayer, Soupault y yo nos fuimos descorazonados. Antes de ayer, Roger Vitrac, cuya exclusión fue de una de sus primeras cochinadas. Por más que griten en su rincón y digan que no es así, les responderé que para mí el surrealismo siempre ha sido una insidiosa extensión de lo invisible, el inconsciente al alcance de la mano. Los tesoros del inconsciente invisible vueltos palpables, conduciendo la lengua directamente, de un solo golpe. A mí, Rusbroeck, Martínez de Pasqualis, Boehme, me justifican suficientemente. Cualquier acción espiritual si es justa se materializa cuando es necesario. ¡Las condiciones interiores del alma! Pero éstas llevan en sí su investidura de piedra, de verdadera acción. Es un hecho adquirido y adquirido por sí mismo, irremisiblemente sobreentendido. 

miércoles, 17 de marzo de 2010

polígonos

las aristas
los vacíos

aquellos planos en los que nos encontramos
los opuestos
los polígonos del amor
dibujándonos

unas veces los triángulos se hacen cuadrados
pero éstos a su vez se conviertene en cubos

el punto
el punto muerto es la soledad de cada uno de nosotros

los que amamos

equivocadamente





La Patética - Beethoven

sábado, 20 de febrero de 2010

Nieve sobre Berlín

(poema reinventado y pulido en Fin-A-Lit, con Juan Carlos Cucalón)

Quien sino yo,
sobre mi ego empírico y real,
puede recordar aquellos abrazos
-de los que escapaba como gato-
y aquel amor filial que no sentías, padre;
la huida del cariño,
el aparte del tiempo,
ahogarse el aire en la garganta:
Todo aquello que jamás vimos.

Ideas masculinas del amor
-no intentan conmover-.
Menos ahora.

Pero pienso en las esferas
como artefactos rotos del laboratorio que jamás montamos;
tan solo un poema, mezcla de lexicón y recuerdo, queda.

En él,
Pitágoras y Képler intentan disfrazarse de tí,
en la foto en que miras
-por una muda ventana-,
la nieve sobre Berlín.

domingo, 3 de enero de 2010

CINCO



la noche tiembla dentro de mi cuerpo

ojalá la vida fuera el no tener anhelos

ojalá no costara y la ignorancia nos salvara del horror

estoy mudo de frío y la noche acaba de comenzar

es bueno comenzar algo
aunque sea con temblores

mi corazón late

temeroso

martes, 7 de julio de 2009

Amar es la señal de no haber muerto

DESANGELADO
Inmemorian Jorge Enrique Adoum
invitado: Raúl Pérez Torres


En días pasados, Nicole Adoum, me pasó los últimos poemas del gran poeta ecuatoriano. Ahora que se ha ido, quiero recordar lo que escribí con dolor en esos días:
Sacrilegio estas palabras tímidas sobre Jorge Enrique. Más aún si él mismo ha llegado al silencio. Iluminada por el silencio su poesía. Conciencia en reposo, su gran poesía viaja hacia el silencio que es donde tiene que estar. Leve rumor de silencio su palabra, apenas el ruido que hacen las hojas de su espíritu para iluminar el follaje. A toda gran poesía le espera la sabiduría del silencio, y ahí se está, regodeándose con el Todo que es el lugar de Ninguna Parte. Hojas de otoño adumisadas por un viento imperceptible y secreto. En paz ya con la incertidumbre que tiene entrañas de mujer, alas de cuervo, afán de obrero o de soldado, en paz con el amor, con su liturgia, con el mundo de los otros que es este mundo. Amar es la señal de no haber muerto, tu lo has dicho, y trascender poesía, soñar en poesía, vivir en olor de poesía, que es santidad, pregúntale al de Asís, hermano Francisco de los lobos y del tiempo. Si yo, para embuenecerme leo tus últimos versos sobre la ira de Lope de Aguirre, esa nostalgia. Especial alumbre tu palabra, siempre el silencio regresa hacia su origen, donde te espera quizá, semidormida, tu amante, la metáfora.

Estar en el mundo pero no ser del mundo, dicen los sabios, que aconsejaba Jesús a sus discípulos, y así te he visto pasar todas tus existencias, como que no eran tuyas sino de la iluminación que te persigue como una mariposa . Travesía cuántica la tuya, y acuática, nivel de agua, de ahogo, la palabra. Tú, que tanto la defendiste, ya no la necesitas. La sabiduría es el otro registro para siempre.

Hay un místico persa, recuerdas Jorge Enrique, Se llama Rumí, como cualquiera de nosotros. Cantaba acongojado, desangelado, lo que sigue:

Cuando yo muera
Me elevaré con ángeles.
Y cuando muera para los ángeles,
No puedo imaginar
Que será de mí.

Sigo y seguiré repitiendo tus poemas, como un mantra , como una plegaria para adentro, quizá cada palabra sea un mantra, y cada mantra sea el nombre de Dios o su vibración en tus palabras. De qué vale la cruz sin el crucificado, La cruz es la palabra.

Has dicho en tus últimos poemas que la vida más larga es siempre corta. ¿Tiene esto algún sentido?

Si sales de los cinco sentidos, (es una promesa bíblica como la lluvia) alguien te está esperando…

viernes, 5 de junio de 2009

Piscis

"...es una constelación del zodiaco ubicada entre Aquarius al oeste y Aries hacia el este. Su estrella más brillante es η Piscium, de magnitud 3,62. α Piscium (Alrisha) es una estrella doble cuyo nombre proviene del árabe y significa "cuerda". Alrededor de 54 Piscium y 109 Piscium se han detectado planetas extrasolares. La Estrella de Van Maanen, la tercera enana blanca más cercana a la Tierra, se encuentra en esta constelación."




Dolor que suma dolor.



Rompo las vacaciones que se me han roto en una muerte (de las reales).

Tuve, durante años, en el joyero de mi madre, un dije, una medalla con dos peces nadando en círculos, muy pequeña, no habrá tenido ni un centímetro de diámetro. Detrás ponía:


León
Lucien
14-III-74


Me la regaló la mujer que se enterraba bajo puñados que sus hijas cogían de una pala.

Palabras todavía que sonaban para ella oritos, mamita, y un sintagma hermoso y al parecer premonitorio flor marchita siempre anhelada.

Teníamos, hace quince años, una relación muy afectiva. Yo me sentía muy querido por Eva.

Eva. Mujer de Adán. Eva, risa pícara, apodo, tabaco y baraja... mujer total.

Fui a llorar. Sigo. El dolor crece, se reaviva, aumenta el tamaño monstruoso de su difusa dimensión.




Oh, there is a house
A wonderful lover
A satisfied hole
Hope isn't a word
A sudden said brother
And what do you care?
And I'll take the pictures
If you stay in bed
I'll run down the park
If you put up your head

Don't put up your borderline
Don't put up your borderline

Oh, there is a house
A wonderful lover
And what do you care?
Four or five years ago
I wouldn't believe it
I wouldn't receive it
And I'll take the stiches
You put in my head
I'll run down the ark
If you put up your head

Don't put up your borderline
Don't put up your borderline

Borderline
Borderline

It feels like I'm going to lose my mind
It feels like I'm going to lose my mind

viernes, 15 de mayo de 2009

Mi deseo
Cuando miro tus ojos

Me bastaba con volver a la esencia. He vuelto. Me quedo allí... con la esencia a caminar, a vivir, a ser mejor, cada vez, cada día.

Cuando miro tus ojos
veo al mundo sabio
veo la tristeza de tantas despedidas
cuando miro tus ojos.

Y no me sorprendo
al ver en tus ojos
la suavidad de la luna;
el generoso brillar de las estrellas,
en tus ojos,
cuando miro tus ojos.

Veo lo profundo del mar en tus ojos,
yo veo lo profundo del amor,
el amor que siento de ti.

El Otoño viene, muere el verano
y veo cómo pasan los años por tus ojos;
así,
cuando partamos,
no miraré lágrimas ni despedidas,
-sólo y justamente-,
miraré dentro de tus ojos,
aquellos
sabios
cálidos
y reales.

De cómo amo al mundo,
tus ojos me revelan.


When I look in your eyes


invitada: Diana Krall


When I look in your eyes, I see the wisdom of the world in your eyes
I see the sadness of a thousand goodbyes
When I look in your eyes

And it is no surprise, to see the softness of the moon in your eyes
The gentle sparkle of the stars in your eyes
When I look in your eyes

In your eyes, I see the deepness of the sea
I see the deepness of the love
The love I feel you feel for me

Autumn comes, summer dies
I see the passing of the years in your eyes
And when we part there will be no tears no goodbyes
I'll just look into your eyes

Those eyes, so wise
So warm, so real
How I love the world, your eyes reveal

martes, 5 de mayo de 2009

Aprender




No exenta de tensión y violencia, nuestra historia ha terminado hoy como tenía que terminar. Como terminan las historias los hombres de verdad, o por lo menos, intentando serlo, hemos dado un punto final (siempre la fantasía y el valiente romance dirá que no) a lo que yo creo que ha sido mi primer amor. Finalmente, haciendo uso de el valor más importante que tiene el ser humano, más allá de la inteligencia y el sentido, con el amor en la mano nos hemos dicho adiós

Cualquier lector puede entrar en el antiguo blog y ver, y deleitarse, y vibrar con lo que fue nuestra historia de amor escrita en poesía, imagen y vida, desde marzo-abril de 2005. Cualquier lector seguirá encontrando el link de Antonio, público y personal, su blog, donde alterna su sensibilidad y buenas letras con grandes dosis de verdad. Es tonto modificar algo que es y seguirá siendo de mis preferencias personales como intelectual.

No puedo admitir un exito, pero sí una satisfacción más allá de nada que he experimentado antes, la felicidad de saber que pude amar a un hombre hermoso y ver que su deseo, su ser ,me era devuelto con pasión y verdadero fulgor. Fui muy feliz, soy muy feliz recordándolo.

Como cualqueir historia de hombres, digo, de la especie humana, esta no está excenta de lagos oscuros y errores que siempre nos ayudarán a ver que la vida también tiene sentido porque en su sentido está la muerte. Todos los nubarrones que ensombrecieron el final, apenas ya vano vapor se disipa mostrando la gran verdad de lo que fue, dan paso a una pequeña luz al final del tunel.

Te amé, Antonio. Amé a tu hombre como no imaginé que era el amor, como un niño cuando descubre algo y apenas puede detener el instante para grabarlo en la memoria. Como un animal que ama el agua que lo sacia y la busca para apagar su sed o revivir el placer de su presencia. Te amo, aún en esta imposibilidad de amarte ahora. En el imperativo trágico que nunca fue entre los dos y en los accidentes que cometí, ya que por ellos, me vi a mi mismo, haciendo maletas de un lado a otro del océano y estando en tí, para estar en mí.

No conocía el desear, antes de ti, apenas intuía una sombra del hombre que aprendí a ser en el amor que te entregué y del que recibí en tus entregas firmes y débiles, y en tus ausencias también. Soy el hombre que soy porque me aprendí contigo.

Gracias por todo, por lo que fue y por lo que me queda por descubrir.


miércoles, 22 de abril de 2009

Submarino definitivo, a flote


entonces,
abrió la chistera, y sin decir las palabras mágicas,
cayeron todos los espejos en un estrepitoso final;
su dibujo,
en el reflejo borroso de las mojadas baldosas del metro de madrid,
me hizo comprender que esa no era la manera,
que sin amor verdadero yo jugaría a las mayores destrezas para llegar a la vulgaridad suprema; mi exquisitez mediocre disfrazándose irreductiblemente de cancioncita para bobos.

salí y la lluvia de las calles era menos incómoda que triste;
confundidas,
las mejillas con gotas saladas y dulces se abrieron paso por el vértigo.


(pensé que nunca iba a publicar este borrador...)