martes, 20 de febrero de 2007

Dos tiempos

Un día me pasó que me di cuenta de que no era como los demás niños. La sensación exacta era como si hubiese faltado a unas cuantas clases y todos los demás manejasen una información que yo no sabía, un lenguaje extraño y mi velocidad, justa, pequeña y lenta, no alcanzaba estar, con ellos, en sus juegos. Luego en la adolescencia viví un desmesurado oasis de popularidad y alegría que duró hasta bien entrados los veinte. Pero poco a poco, en esta última década, la idea de estar a la zaga del mundo cobra más realidad que antes y borroso veo cómo gentes van y vienen, mientras las personas que conozco hacen tantas cosas que no alcanzo a ver desde mi cama de sueños.