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viernes, 11 de septiembre de 2020

El pliegue como huida

Angelote, amor mío de Javier Vásconez, en clave psicoanalítica.*


Datos preliminares

Ante la tarea del análisis de la voz narrativa del cuento en cuestión -encarnada en Julián-, aparece, en primera instancia, un solapamiento de la mencionada voz narrativa detrás de una exuberante descripción y puesta en escena de su compañero, Jacinto, a quien el protagonista lo bautiza con este significante que redunda repetitivamente: angelote. Es entonces, Julián hablándole a Jacinto, y posiblemente, o accidentalmente al lector/escucha.

Deliberadamente acudo al diagnóstico del síntoma de solapamiento, ocultamiento, invisibilidad que Julián, quien narra los hechos y las descripciones, parece que, obsesivamente, intenta no existir, detrás de la descripción permanente de su interlocutor. Es, como digo, una puesta en escena, y al describir una puesta en escena, identifico que la cadena significante incluye a un tercero, que es quien testifica, quien lee, quien escucha. En este caso, yo, el analista; usted, lector o lectora.

El discurso es una descripción, una diatriba, pero también está muy plagada de asociación libre, sin intención, por momentos. Confusamente el consciente y lo inconsciente se tropiezan en este pathos expuesto por el acontecimiento determinante: la muerte de Jacinto.

Así, podría suceder, a lo largo de esta sesión de análisis, que el personaje de Jacinto sea quien aparezca como sujeto de análisis, porque Julián se desplace tras de su figura. Lo que supone una primera resistencia para enunciarse como sujeto del deseo del otro, en el caso de quien nos importa, el narrador, el paciente: Julián.

En todo caso, sería muy  ambicioso realizar un análisis profundo de la personalidad de uno u otro, quizás tampoco de la simbiosis que escondería el enunciamiento del otro como diferencia, es decir, la pareja romántica. Serán temas que tocaremos como referencia, pero intentaremos centrarnos en la sesión de lectura y escucha, que se limita a este monólogo continuo en un acto, una escena, una unidad de tiempo, espacio y acción determinada.

El análisis

La lectura, en este caso, la escucha, que permite que el hablante traspase un mensaje, es la misma que permite al analista la posibilidad de darle al otro la condición de sujeto. En este caso, leer es parecido a escuchar, aunque la letra condense algo de la palabra y lo congele para la interpretación y la significación. (Tavil. 2020).

El paciente, el hablante, Julián, tiene un tono continuo e imparable, en la sesión, que dura veintinueve minutos con treinta y cinco segundos, es él quien toma la palabra y la termina sin intervención del analista. La lectura performada la tomamos de una interpretación mediatizada del propio analista que vuelca su lectura en palabras grabadas por el sistema de la Internet y las publica en su página personal de la red social Instagram. (Sierra. 2020). El ejercicio es una manera de apropiación émica; si la pensamos como en antropología, como una etnografía extrema. (Mejía. 2006. p.131).

De la lectura, alocución y escucha, hemos diseñado un pequeño mapa significante que puede orientar el material concreto que aparece de la realidad fantasmática del sujeto en análisis. Esto dibuja un panorama con un grupo concreto de personajes, espacios y síntomas a los que hemos llamado “significantes del amor”. Estos productos, aparecen contenidos en lo consciente y su agrupación es parte de la interpretación analítica. Todos y cada uno de los elementos jugarán un papel fundamental en el análisis y participarán interrelacionándose unos con otros en la cadena significante del analizante, por tanto han dado paso de un segmento de lo consciente a un espacio consciente contenido en el análisis. Se han hecho visibles desde su invisibilidad inconsciente. 

Estos son.


Personajes

Julián, Medicucho, el peor de los canallas.

Jacinto, angelote. 

Los parientes.

La Petrona.

La hermana.

La madre.

Las vírgenes.

La Virgen del Dedo.

La Virgen de la Ciudad.

La Virgen del Quinche.

Los Santos.

San Sebastián.

Los efebos.

El viejo Castañeda.

Los diplomáticos panzones.

Los ministros de blasón y brillantina.

Los periodistas.

El retrato de la madre.

El retrato de la Virgen Dolorosa del Colegio (“San Gabriel”).

El Cuadro del Cristo de las Penurias.

Los borrachos


Espacios

El funeral.

El ataúd.

El cuerpo como inventario de baratijas.

El rostro empolvado con polvos de arroz.

Rostro angelical en la mitad del ataúd.

El espacio ritual con los santos.

La llaga en el pecho de San Sebastián.


La Polis

El cine del asesinato.

París.

La casa de la Rue du Cirque.

Río de Janeiro.

Esta ciudad (Quito).

El vestíbulo del Hotel Majestic.

San Juan.

Tu casa.

Las escribanías.

Los hoteluchos.

Los prostíbulos.

Las iglesias.

La Compañía [de Jesús] bañada en oro.

Las casas decentes.

La casa del centro.

Los zaguanes húmedos.


Significantes del amor

Jacinto.

Angelote. 

El vicioso de San Juán.

Ángel con arreboles de puta.

Arcángel anal.

Diabla en los abismos de la Alameda.

Máquina de cardar tu lana sodomita.

Demonio de ángel.

Retazo de ángel.

Patrono de las tinieblas.

Ángel violador.

Mascarón seráfico de un catafalco.

Ángel marchito en la penumbra.

Espíritu celestial después de todo.

Ángel desplumado.

Borrador de ángel en tu esplendoroso catafalco.

Bosquejo de Ángel mortificado por la piedad de colorete.

El temible Jacinto.

El niño Jacinto a ojos de la Petrona.

Metonimias y metáforas / Hechos de muerte

Aunque aparentemente el solapamiento organice todo el texto, se necesita del mapa simbólico para poder descifrar el propio ejercicio del mencionado pliegue semiótico. El solapamiento primigenio de este texto podemos cifrarlo en la figura permanente y protagónica de Jacinto, enunciada por la voz misma del analizante, Julián; da pie a una espiral de envolturas concéntricas que parece que no tienen fin. Aparece la pregunta por la fuga en medio de una envoltura, una  paradoja.

La hipótesis sería que la huida en pliegue construye un discurso barroco. Pero ¿huir de qué? Y me parece que todo apuntaría al advenimiento de lo real, materializado en lo ominoso, que lo planteara Freud en 1919.

Aunque el maestro vienés rechaza el análisis de las cuestiones culturales, de las que se ocupa la Estética, entendiéndose esta por ser la “doctrina de las cualidades de nuestro sentir” (Freud, S. 1975. p. 219), también, en la subjetividad, en la que el sentir está inmerso, entendemos extendida la invitación al análisis de aquello que no ha sido recogido por dicha Estética, esto es, aquellas situaciones que despiertan en nosotros el horror, lo terrorífico o la angustia.  

En relación a los efectos y mecanismos psíquicos que Freud desgrana en el libro de Lo Ominoso, pivote necesario es la referencia de E. Jentsch. Y es que en la narración de Julián, finalmente cansado y colapsado por la asociación libre y el relato que precede, minucioso corolario de su episodio en el funeral de Jacinto, es la caída de la dentadura postiza en forma de carcajada interminable y vertiginosa sobre la mesa de la cantina. El suceso, poblado de simbología, sin embargo, entraña en su núcleo esta condición de ambigüedad entre lo animado y lo no animado, embistiéndose a sí mismo con el velo de lo siniestro.

Bolívar Echeverría, filósofo ecuatoriano estudioso de Marx y desarrollador de una propuesta para entender la modernidad en América Latina ya nos previene de que la modernidad capitalista surge a partir de la configuración de un Ethos, en el sentido de una ética protestante, que la obtendría de su análisis de la obra de Max Weber. Ethos, como un conjunto de valores que echan raíces en la reforma protestante y constituyen una red que subtiende el espíritu de la modernidad.

“Si la identidad cultural deja de ser concebida como una sustancia y es vista más bien como un “estado de código” -como una peculiar configuración transitoria de la subcodificación que vuelve usable, “hablable”, dicho código-, entonces, esa “identidad” puede mostrarse también como una realidad evanescente, como una identidad histórica que, al mismo tiempo que determina los comportamientos de los sujetos que la usan o “hablan”, está siendo hecha, transformada, modificada por ellos.” (Echeverría. 1998. p31)

El suceso siniestro de la marraqueta, la dentadura postiza, cayendo en una carcajada estrepitosa en medio de un no menos siniestro auditorio de una cantina, espacio familiar pero singular al mismo tiempo, lo propongo como la fase externa del pliegue, que aparece como significante superior del relato precedido por la huida física del protagonista, el relato de su huida. Es al mismo tiempo, esta huida, un significante poblado de facetas donde la pulsión de muerte, reaparece continuamente, repitiendo imágenes que se superponen a lo que los ojos ven, imágenes tapando las grietas que la realidad fantasmática ha construido en torno al sujeto, la cuidad como escenografía barroca en la que Teseo escapa desesperado asido de un hilo que lo sujeta continuamente a la cadena simbólica. 

Escapar del gesto ominoso de la hermana de Jacinto, de la extraña presencia de un objeto regalado en una acción filial: tu herencia, lo que te pertenece. La risa de Jacinto, la que no es pérdida, sino objeto material del deseo de Julián. Escapar del “rostro de payaso angelical” poblado de violetas, rosas y azucenas” que adornan la muerte de otra flor, el jacinto, ataviado con un “disfraz de muerto hecho por la Petrona, y disfraz de niña para bailar con fragilidad de cristal tallado al ritmo de los dedos de tu madre que tocaba el piano en la casa de la Rue du Cirque y en la casa del Centro”; alejarse de las “máscaras como antifaces que ocultan el rostro de un padrastro violador”, huir del trauma.

Profanación del retrato de su madre en la plaza de La Concorde, como símil a la profanación del cuerpo ejercida en la infancia, delante de ella, la acción de rezar un momentito delante del retrato de la Dolorosa del Colegio. Dudosa concepción. Sus manos dibujando perlas negras en el retrato de la Dolorosa reproduciendo el milagro de la imagen mientras terminaba la cópula tras la agonía de la pequeña muerte.

“Contar es una acrobacia que seguramente está fuera de mi alcance”, dice Julián, y como recipiente del análisis tomo estas palabras que a su vez, en un ejercicio de objetivación de todas estas subjetividades, reconozco como un guiño mágico del autor ecuatoriano, quien en la narración hace un ejercicio descarnado de construcción a partir de sus sublimaciones, quizá sublimando sus traumas o creando algunos para la noble lectura, para convertir al lector en un sublimador de traumas propios, ficticios, personales o de sus personajes.

Al margen de la ficción, el “apuñalamiento [de una persona] en un cine de barrio, vomitando sangre”, pasa por uno de los detonantes de la trama. Una baldosa pintada a mano dentro de una pared poblada de teselas y piezas cerámicas de una realidad concreta, la del autor Javier Vásconez, un ecuatoriano sumergido en una sociedad donde las prácticas sociales nos devuelven a esta realidad poliforme como un retablo de sexualidades abyectas y prácticas en urinarios y sitios oscuros de la urbe. La ciudad como realidad fantasmática. (Camacho. 2010. p175) 

Como conclusión

La modernidad como expresión cultural, en Latinoamérica, en Ecuador específicamente, abreva profunda en la construcción de lenguajes híbridos que difícilmente pueden cosificarse en expresiones artísticas o culturales que no jueguen a la simbiosis o al sincretismo.

Con origen en el mestizaje y la colonia, el proceso moderno, la ilustración o las vanguardias, en América Latina tienen el equipaje magnífico del pliegue barroco, del cual se adhiere y lo llega a convertir en un escudo para resistir la posmodernidad. Sin embargo de esto, 

“Provenientes de distintas épocas de la modernidad, es decir, referidos a distintos impulsos sucesivos del capitalismo --el mediterráneo, el nórdico, el occidental y el centroeuropeo--, los distintos ethe modernos configuran la vida social contemporánea desde diferentes estratos "arqueológicos" o de decantación histórica. Cada uno ha tenido así su propia manera de actuar sobre la sociedad…” (Echeverría, 1995)

El análisis es interminable, ya que el pliegue se parece al principio del placer, contiene cargas y descargas y estas a su vez, como en la secuencia Fibonacci, usan del pliegue cultural para construir la carretera simbólica por la que escapamos de lo ominoso, de lo familiar. 

Julián, solo, exhausto después del análisis, se nos presenta ligero de equipaje, entregándonos todo su contenido, como un mensaje plurifacético donde el analista anota tres significantes esenciales de la realidad agujereada:

“Mi memoria espejo.

Mi memoria imagen.

Mi memoria tiempo.”



Bibliografía
Camacho, M.. (2010). Homoeroticidad. Recovecos y urinarios públicos de Quito: "el maricómetro" ¡no falla!. En Cultura & Transformación Social (pp. 173-197). Quito: Organización de Estados Iberoamericanos O.E.I. 
Echeverría, B. (1995). Las Ilusiones de la Modernidad. México, D. F.: UNAM.
Echeverría, B. (1998). La Modernidad de lo Barroco. México, D. F.: UNAM.
Freud, S.. (1976). Lo Ominoso. En Sigmund Freud. Obras Completas. De la historia de una neurosis infantil (El «Hombre de los Lobos») y otras obras 1917-1919. Tomo XVII (pp. 215-252). Buenos Aires: Amorrortu editores S.A.
Mejía, N. (2006). Transgenerismos. Una experiencia transexual desde la perspectiva antropológica. Barcelona: Ediciones Bellaterra.
Tavil, M.. (2020). El análisis es una experiencia de amor. 1-09-2020, de Asociación Libre Sitio web: https://www.instagram.com/al.asociacionlibre/  
Sierra, L. Vásconez, J.. (2020). Angelote, amor mío. 22-05-2020, de @nosoytanguapo Sitio web: https://www.instagram.com/tv/CAf77CfA-8B/?utm_source=ig_web_copy_link
Vásconez, J. (2015). Angelote, amor mío. Quito: Doble Rostro.

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* Ilustraciones de Ana Fernández, de la cuidada edición de Sandra Araya que figura en la bibliografía y que facilitó la conjunción de narcisismos en un afortunado ejercicio de puesta en escena y valor de este bellísimo texto.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Kuleshov: el lapsus de la Ministra*



Hay un sistema de acuerdos sociales que nos constituye y que está derrumbándose estrepitosamente ante nuestros ojos y bajo nuestros pies. Es el antiguo régimen político y cultural que usamos para decir que somos, y quienes somos: Ecuatorianos, Latinoamericanos, Amerindios, blancomestizos, etc.

Un compendio de significantes, como lo hubiera pensado, en su momento, Lacan, que simplemente no significan nada: somos un lenguaje.

El relativismo contemporánero, que de tanto usarlo, ha desgastado la posibilidad de referencia, de eje especular en el cual mirarnos, mirar al otro y reconocernos, nos cuenta que vivimos en medio de una tormenta violenta de malas noticias y parece que hemos desaprendido a tomar la mano de quien está al lado nuestro para salvarnos de la catástrofe.

El treinta de agosto del año que discurre, que más que discurrir parece una recurrencia, la revista Mariela publicó, en la portada de su edición número dieciocho, una foto de la Ministra de Gobierno del Ecuador, María Paula Romo, producida como una artista mediática de la cultura POP, luciendo una sorprendente blusa estampada con una imagen turbadora: una mujer, en estado de perplejidad, shock, angustia, con un ojo entreabierto y otro difuminado por lo que parece ser su desaparición en la órbita que lo sostenía, y todo su contenido, disolviéndose en un humor negro que chorrea por su cara. La foto publicita, entre otras cosas, el artículo central de lo que parece constituir a esta revista.
El día uno de septiembre, día en que escribo estas reflexiones y argumentos, una artista de nombre Michelle Merizalde hace una publicación en  su página de Facebook, declarando que la blusa con la que la actual Ministra de Gobierno hace su posado sonriente y provocador, tiene estampada una obra suya, que ella ha donado en derechos de imagen a la empresa Mayta, “una empresa ecuatoriana de diseño de ropa de alta calidad, que trabaja con varios artistas”. 

Efectivamente, si vamos a su perfil de instagram, Mayta tiene sendas colecciones de fotografías de ropa, aparentemente impregnada de una serie de obras de arte, mayoritariamente con florituras, motivos vegetales, geométricos y bastantes mujeres sin ojos. Parece ser que el motivo de la mujer sin uno de sus ojos, o con uno de sus ojos cortados, decapitados, guillotinados, es un leit motiv que presentifica la razón del feminismo contemporáneo de algunas artistas contemporáneas de nuestro país. Por otro lado, esto no es nuevo , en el mundo del Arte Moderno, si pensamos en la maravillosa imagen que Luis Buñuel nos diera en su surrealista Un Chien Andalou, ya en 1929.

                                        

Merizalde hace un statement, una declaración de principios, en su publicación de Facebook, que parecer que más bien está descontenta con la gran nube de comentarios que ha poblado las redes sociales en estos dos últimos días. Como este mismo medio recoge en su reseña del día de hoy, “varios activistas sociales” han repudiado la imagen de una Ministra de Gobierno con una responsabilidad directa en la represión de las fuerzas del orden en los sucesos de octubre, donde muchos ciudadanos y ciudadanas perdieron sus ojos, porque fueron baleadas con pelotas de goma y bombas lacrimógenas apuntadas a los cuerpos, vamos, que les dieron bala y plomo, como se dice vulgarmente. La artista dice que es un absurdo, ya que su obra fue creada en 2015, y la blusa salió al mercado en 2017. PlanV incluso apunta a que la Ministra Romo, compró hace dos años esta prenda y que es de ella, está en su poder. 

De acuerdo con estos hechos y declaraciones, la obra fue creada antes de octubre pasado, y esto quiere decir que no está inspirada directamente con los sucesos. Tampoco se nos invita a vincularla indirectamente a ellos porque la artista cree que lo que ella plasmó en esos trazos es única y exclusivamente lo que ella cree que es, es decir, que ella misma leresta a su obra de arte la posibilidad de resignificarse en el tiempo o en la mirada del otro.

El arte es un ejercicio de confluencia de subjetividades, eso parece que está claro para todo el mundo. Una vez llegado a este punto, habría que hacer reflexionar a la artista sobre el valor de su obra, que, al parecer, es mayor que el que ella misma le adjudica. 

En resumen, parece que todo es solo eso: una decisión comercial de una firma de ropa que, con la elección marketera de la Ministra de la Política, elección consciente con la que se tomó la foto para la portada de un medio de comunicación, posteriormente a los sucesos de octubre y mientras está el ojo del huracán de las críticas a su gestión política, es decir de la polis, de la ciudad, de la ciudadanía, le revierte a la obra otra lectura simbólica. 

En los años veinte del siglo pasado, es decir hace un siglo, Lev Kuleshov, cineasta soviético, demostró que con el montaje, se puede construir un discurso. Una línea discursiva alimentada por dos elementos aparentemente sin relación o filiación ninguna, pero que ordenados simultáneamente, contiguamente, continuamente, constituyen un tercer significante independiente: plato de comida cara: hombre hambriento; niña en un ataúd y cara, hombre triste; y, mujer extática en el diván y cara: hombre enamorado.

Inconscientes al lenguaje cinematográfico, diversos activistas de derecha y de las corporaciones empresariales, y la propia artista, y los medios de comunicación, se han manifestado en contra de Kuleshov, o de una lectura kuleshoviana del suceso. La que no pareciera inconsciente es la Ministra, veamos:
La responsable de las fuerzas de seguridad del estado, de su accionar, elige sacar de su armario un esqueleto que le queda “de perlas” para la sesión de fotos de la portada de una ficticia revista de dieciséis páginas, donde ella se explaya en defender su gestión. ¿Un simulacro voluntario de control político, que no lo hace la institución a la que le compete, llámese Asamblea Nacional?

Para terminar. El artículo central de la revista, es apenas un extracto de una entrevista hecha para el canal de YouTube de la periodista al mando de su propio emporio comunicacional: Mariela Viteri. En el intro de la entrevista, que también se transmite en directo por una radio, aparece un despliegue de una de las verdaderas fortalezas de la entrevistadora: la pauta comercial: hasta 19 (diecinueve) empresas contratan pauta con este emporio comunicacional, entre ellas el Municipio de Quito y el Municipio de Guayaquil, bancos y demás.

Elecciones, todas ellas, como un lapsus freudiano, donde se asienta la profunda verdad, la que está "más allá", aquella que tiene que ver con lo real, no con la realidad.




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* Artículo publicado por PlanV el 2 de septiembre de 2020 ( https://www.planv.com.ec/ideas/ideas/kuleshov-el-lapsus-la-ministra )

lunes, 15 de junio de 2020

Gozo y sublimación en el Arte Contemporáneo

El Arte Contemporáneo presenta dificultades para establecer una lectura, más allá de que el Arte, en sí mismo es una resistencia en sí para el Psicoanálisis. Sin embargo, con algunas lectruras de psicoanalistas contemporáneos así como con críticos, nos atrevemos a la lectura de esta obra de Felix González Torres.

El trabajo me ha merecido una matrícula de honor en el Máster de Psicoanálisis y Teoría de la Cultura de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.


jueves, 1 de febrero de 2018

Nuevo ciclo de clases 2018-2019




Los procesos de formación de actores del Estudio duran tres años y arrancan en septiembre de cada año. Para formar parte del exigente grupo de alumnos hay que tomar un taller de iniciación que se abre en enero o febrero de cada año, es una condición indispensable por las condiciones de compromiso que las clases comprenden.

Tengo un proceso de pedagogía para formar actores que lleva practicándose desde 2009 y que se llama Estudio de Actores. Hoy comprende a otros artistas que giran al rededor de nuestras líneas técnicas y éticas de trabajo teatral: Diego Coral, Gonzalo Estupiñán, Daniel Gudmundsson, Daniela Sánchez y otros que están saliendo o han salido en estos casi 10 años de existencia.

Estamos muy contentos de que nos quede mucho por hacer, pero también de lo mucho que hemos hecho. No reconocemos el talento porque hemos trabajado mucho, pero como dijo alguna vez Picasso, si el talento existe, mejor que nos encuentre trabajando...!

Las informaciones puntuales de los cursos hay que tomar una entrevista personal.
Entrevistas personales:
📲 ☎️ +593 99 882 2348

¡Todavía hay tiempo! ¡No te lo pierdas!







martes, 21 de marzo de 2017

La Cultura Maltratada*


La forma en la que el alcalde Mauricio Rodas entiende la cultura ha sido cuestionada por varios sectores, que sostienen que privilegia el espectáculo por sobre el arte.
"El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales". León Sierra, defenestrado coordinador del Centro de Arte Contemporáneo, denuncia la situación de la cultura oficial en la administración del Distrito Metropolitano de Quito.
León Sierra Páez

En las últimas semanas estuve en el ojo del huracán de un intenso debate sobre gestión y política pública cultural, que nos ha permitido generar importantes reflexiones sobre el rumbo de la gerencia de la cultura en el Distrito Metropolitano de Quito, y que expongo a continuación.

Partamos del hecho claro de que administrar los recursos públicos de cultura no significa que administras la cultura y ese, aunque parezca un concepto obvio, es un detalle importante para entender las graves desviaciones que tiene la gestión del sector en la ciudad que no logra superar vicios históricos que se toleran y legitiman en la gerencia de la política cultural, como si se tratara de una seña de identidad. De entre todos los defectos de gestión, en mi criterio, hay dos que son los más peligrosos para la garantía de derechos culturales:

UNO. La ausencia de visión estratégica o de cómo tratar mal a la cultura.

La administración de lo público ha de partir del reconocimiento que tienen los ciudadanos de gozar de derechos culturales y de la obligación que tienen las instituciones de garantizarlos. En tanto la Política Pública es el continente estratégico que orienta las acciones del sector en base a unos objetivos generales, la gestión cultural es el contenido específico que define las herramientas, recursos y procesos para alcanzar esos objetivos.

Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito, a cargo del fotógrafo Pablo Corral, a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural. En primer lugar, porque no cuenta con un diagnóstico actualizado ni del inventario, ni de las necesidades concretas de la ciudad (¿georeferencia? ¿Qué es eso?)… Como si la cultura pudiera obviar la tecnología y la planificación.

En segundo lugar, porque carece de una plataforma de sistematización y divulgación de las acciones realizadas, y por lo tanto, no hay un registro de la huella cultural de la ciudad como referencia, para diseñar planes estratégicos (¿repositorio? ¿Qué es eso?). Recién en enero de 2017, y a partir del modelo de gestión que propusiéramos desde la coordinación del Centro de Arte Contemporáneo, la SECU anuncia orgullosa la creación de un repositorio digital ¡Bravo! Pero ¿Sabe cómo utilizarlo en planificación y estrategia? ¿O es otra pesca de oído?

Seis meses atrás, en junio de 2016, el Secretario Corral sorprendió a la ciudad con la noticia de que se había aprobado la resolución 015 sobre derechos culturales que resultó ser (tal como lo anuncia en el primer párrafo), una declaración de principios, un tazón de agua tibia en donde, de manera elemental, se puso a remojo a todas las instituciones que conforman la “Red Metropolitana de Cultura”, un documento genérico (y pobremente redactado), en el que básicamente se resuelve que todas las instituciones de cultura del DMQ están bajo la autoridad directa de la Secretaría de Cultura pero no establece objetivos estratégicos, ni metas a largo plazo ni dice cómo estas instancias en red deberían interactuar.
Sin planificación estratégica, toda acción es errática y la Secretaría de Cultura de Quito,  a un poco más de la mitad del periodo del alcalde Rodas, aún no ha definido una política pública sobre objetivos estratégicos para la gestión cultural.
En cuanto a la gestión específica y según su propia autodefinición, la Secretaría debería: “...En base a las competencias de una rectoría que debe impulsar políticas públicas distritales, en materia cultural con énfasis en el fortalecimiento del campo de las artes y la cultura, mediante la aplicación de planes, programas, proyectos y sistemas de fondos concursables que estimulen y fortalezcan los ciclos de la producción creativa...” Pero no existen documentos que contengan esos “planes y proyectos”, no hay un modelo de gestión de la Red de Cultura en el DMQ, no se establecen roles, plataformas, instrumentos de gestión y evaluación. No existe un modelo de planificación que grafique el impacto esperado de la inversión en cultura. No se establecen los mecanismos de acceso y democratización y mucho menos los de evaluación y monitoreo o rendición de cuentas.

La conformación de la red de cultura del DMQ incluye instancias netamente municipales y otras de carácter privado que actúan con fondos públicos y con criterios absolutamente discrecionales como las Fundaciones (teatros y museos) que tienen una naturaleza contradictoria: en tanto instituciones de derecho privado aplican el Código del Trabajo y sus empleados son la mano de obra barata de la cultura en Quito; por ejemplo, si en el Municipio de Quito bajo la LOSEP el salario más bajo es el de cuidador de servicios higiénicos con 543 USD, en la Fundación Museos de la Ciudad un mediador educativo con grado universitario y hasta maestría gana 600 USD, trabaja los fines de semana en horario rotativo y solamente tiene quince días de vacaciones al año. Por otro lado, las fundaciones son mecanismos cuasi discrecionales de contratación de bienes y servicios culturales que están en permanente disputa y, programan espacios simbólicos de legitimación (teatros y museos) que también son altamente codiciados por los actores culturales, pero lo hacen sin una plataforma estratégica que garantice la democratización del acceso a esos recursos; termina siendo campo de batalla del siguiente gran problema:

DOS. Prácticas clientelares y de grupos de presión particulares.

Sí, mi estimado lector, entendió bien, se trata de erradicar lo que se conoce como “las argollas”. La gestión de lo público debe democratizar el acceso a bienes y servicios, promover la participación activa de todos los sectores involucrados y garantizar la transparencia de las acciones. Esta es una trilogía dorada que blinda a cualquier administrador de ser víctima de la arquitectura del chantaje sobre los recursos públicos y esto solamente se logra con una planificación estratégica sólida; sistemas eficientes de accesibilidad, publicidad y transparencia de la gestión, elementos de los cuales carece la ciudad de Quito al día de hoy.

En esta administración, la Secretaría de Cultura parece sufrir de Síndrome de Estocolmo con un minúsculo colectivo de artes contemporáneas que extorsiona a las administraciones de museos a través de la propia Secretaría, que toma decisiones completamente erráticas sin más fundamento que el chisme de red. Ofrece museos que no puede cumplir, hace cambios de dirección sin ningún sustento técnico y se angustia por esconder la basurilla bajo la alfombra, con el argumento de que (cito correo del Secretario Corral, tres días antes de que se me anuncie la destitución del cargo de Coordinador del CAC[1], en reclamo a una aclaración que hice respecto a manejos incoherentes de los recursos de la FMC a través del CAC en anteriores administraciones, las negrillas son mías): "...anteriores coordinaciones pertenecen a la misma administración del alcalde Rodas. Me parece gravísimo hacer comentarios negativos sobre ellas, y aún peor hablar públicamente sobre procesos de contratación pública que pertenecen al mismo período del mismo alcalde y que deben ser manejados con mucha cautela…”.

Evidentemente, cualquier grupo de interés sabrá cómo presionar a una Secretaría que, carente de procesos claros, homologados y transparentes; procura las relaciones con los actores culturales (influyentes) de forma clientelar.

Epílogo. El día que secuestraron a don Mariano

Sin lugar a dudas, el Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera”, es uno de los reconocimientos más importantes que se otorga a las artes en el Ecuador, quizás no por el monto asignado a las becas y premios, como por el prestigio del decano de los galardones que este año cumple 100 años. Pero por esta misma razón ha sufrido algunos momentos de crisis simbólica que reflejan de alguna manera las dinámicas y transiciones culturales de la ciudad; la más importante, el colapso del Premio como Salón de la Ciudad para evolucionar a una lógica de fomento y trayectoria en la ordenanza 0224 que se conoce como Nuevo Mariano.

Según esta ordenanza de 2012:

Art ...19 “El Premio Nacional de Arte “Mariano Aguilera” incentivará la producción de arte nacional y reconocerá tanto la trayectoria de los participantes como la generación de nuevos proyectos, a través del Premio Nuevo Mariano...". Nótese que no menciona la categoría Arte Contemporáneo, esta aparece en la resolución 009 que en 2014 reglamenta las bases del PMA, es allí que se añade un paréntesis que especifica “para proyectos de arte contemporáneo” ¿Cómo llegó esa categorización allí? ¿Quién la puso? ¿Con qué criterios? Nunca lo sabremos, lo cierto es que apenas en su segunda edición los Nuevos Marianos fueron dedicados exclusivamente al arte contemporáneo y, en la práctica, de las diez becas, ocho fueron otorgadas a la categoría creación artística, una a investigación y una a editorial, las demás categorías se declararon desiertas.

Este año -del centenario-, se debe realizar la tercera edición y ya se han saltado algunos de los mandatos de la ordenanza, por ejemplo, no se realizaron convocatorias en provincias y tomando en cuenta que el CAC espera nuevo Coordinador y está vacante la jefatura del Premio Mariano Aguilera, se prevé que tampoco se realicen gestiones de convocatoria dirigida a colectivos de artistas o centros académicos. El circuito de las artes contemporáneas en el Ecuador es reducido y muy hermético; así, se puede verificar con una revisión simple que los ganadores de una edición son miembros del jurado en otra o en los diferentes fondos concursables de otras instituciones estatales, lo que resulta en fenómenos improbables como si un mismo proyecto se lleve los tres principales premios de fomento del país en un mismo año, simplemente cambiando el nombre del proponente.

Según ladefinición de arte contemporáneo emitida por el Secretario de Cultura de Quito en una reciente entrevista,“…lo contemporáneo no es lo bidimensional o las esculturas, son manifestaciones que están más cercanas de la idea que de la plástica…” Así que Don Mariano está secuestrado por la élite de “la idea” y, totalmente fuera del alcance de jóvenes talentos anónimos, de los territorios y, de cualquier otra manifestación artística.

En conclusión, la falta de Políticas Públicas estratégicas y de mecanismos de gestión eficientes y transparentes en cultura no es una omisión inocente, ni siquiera es incompetencia, es una forma desarrollada de administrar el poder, en el vacío metodológico, la autoridad del “ente rector” decide sin necesidad de consenso ni de rendición de cuentas; bastan algunos eventos espectaculares, coloridos y muy costosos, para dar la sensación de gestión y para ganar algunos puntos de popularidad y el “premio al empleado del mes”.

Mientras tanto, los artistas se comen la camisa y renuncian al oficio, van peregrinando por las oficinas implorando el espacio para ensayar, para enseñar, para interactuar. Mientras tanto los públicos rebotan de nariz en exposiciones agobiantes ante las cuales se desbarata cualquier gusto por el arte. Mientras tanto la ciudad pierde la noción del espacio público como lugar de encuentro y disfrute. Mientras tanto…



[1] Cese que supuso mi despido intempestivo y de cinco personas más de mi equipo que articulaban un modelo de gestión ampliamente descrito en el brochure del CAC y que ha supuesto la des institucionalización nuevamente de un proceso de trabajo que debe de ser continuado ( Fuente: https://issuu.com/artecontemporaneoq/docs/brochure_cac_ok )

* Artículo Publicado en PlanV el 12 de Marzo de 1991

martes, 21 de febrero de 2017

Carta abierta a la Secretaría de Cultura y la Fundación Museos de la Ciudad

Foto: Pablo Jijón

Ante el comunicado/convocatoria emitido por la Dirección Ejecutiva de la Fundación Museos de la Ciudad en donde, escuetamente, se informa de mi salida y la de todo mi equipo de trabajo de la Coordinación del Centro de Arte Contemporáneo de Quito, me permito puntualizar que esta fue dispuesta directamente por la Secretaría de Cultura sin mediar explicación, evaluación o causal expresa.

En el comunicado de la FMC se nos agradece el profesionalismo, la dedicación, la perspectiva técnica y el aporte de León Sierra y de su equipo en el último año” afirmación que agradecemos, pero que demuestra lo errático y contradictorio del manejo de la política de cultura en el DMQ que procede, además, de manera ilegítima ya que no se trataba de un espacio por designación, si no de un cargo para el que fui seleccionado por concurso público de méritos, entre 134 aspirantes a nivel nacional.

En el comunicado se menciona la necesidad de alinear las perspectivas técnicas y administrativas” lo que no es más que es un eufemismo para justificar que un muy reducido grupo de actores del arte contemporáneo local controlen el CAC como espacio de operación, mercadeo y fuente de recursos propia y exclusiva.

Las diferencias que nuestra gestión marcó con este grupo son de conocimiento público y marcaron una fuerte presión desde el inicio mismo de mi gestión al frente del CAC a pesar de nuestra voluntad permanente de diálogo.

Es claro que las diferencias conceptuales fundamentales que originan este conflicto han sido, en primer lugar la reivindicación de la memoria y patrimonio artístico y cultural, tanto del edificio, como de las colecciones de arte moderno que permanecen guardadas, mientras se pretende forzar la creación de un “museo de arte contemporáneo” que es inviable por la enorme inversión, los costos de operación y, sobre todo, porque no existe aún una producción artística de nivel museable en el arte contemporáneo local.

En segundo lugar, mi gestión en el CAC procuró democratizar el espacio y redistribuir recursos a diversas artes, colectivos y gestores que no eran exclusivamente los de la corriente de arte contemporáneo VIP (video, instalación, perfomance), así como acercar a las comunidades y públicos diversos desde una perspectiva de ESPACIO PÚBLICO frente a la práctica de galería particular que se venía aplicando.

En tercer lugar, durante mi gestión se construyeron modelos y protocolos de trabajo que garantizan un manejo transparente y eficiente de recursos y que apuntaban a romper barreras de acceso a los recursos y al espacio público, que incluyen modelos de evaluación propios, de los que carece por ejemplo el Sistema Metropolitano de Cultura y que deriva en decisiones discrecionales, contradictorias, sin continuidad que provocan inestabilidad y generan altos costos para la ciudad que asiste a una gestión de cultura “eventista” de corto plazo y carente de una sólida visión de ciudad.

Finalmente, en mi convencimiento de que en la gestión de LO PÚBLICO la transparencia es fundamental, realicé denuncias sobre prácticas poco éticas de artistas que acaparan los fondos públicos burlando los procesos y burlándose de las instituciones y hasta de sus pares. Así mismo denunciamos el derroche de recursos de la ciudad en actividades sin impacto ni estrategia, originadas en visiones elitistas que desconocen las realidades cotidianas de los creadores.

Esta posición de frontalidad y transparencia, amparado en la independencia y legitimidad que me daba el ser una autoridad elegida por concurso de méritos y no designada políticamente aparentemente molestó a grupos de poder oficiales y no oficiales del DMQ, en particular a la Secretaría de Cultura, que finalmente procede a separarme intempestivamente a mí y a un equipo de cinco personas cuya competencia y trabajo son reconocidas por la misma Fundación Museos de la Ciudad y diversos interlocutores culturales en este año de gestión.

Nos queda esperar que este nuevo concurso que se convoca para el CAC encuentre personas comprometidas con la ciudad y la cultura más allá de los intereses de grupo. Que las nuevas autoridades recojan lo avanzado por nuestra gestión, fortalezcan y den soporte a los equipos humanos que construyen la cotidianidad de las instituciones. Que tengan la capacidad de pensar estratégicamente y con un profundo sentido de identidad y de pertenencia para asumir la enorme responsabilidad del cuidado y gestión del patrimonio material e inmaterial de la ciudad.

Hasta aquí lo malo.

Lo excelente, ha sido el enorme proceso de vinculación con diversos artistas y actores culturales de la ciudad. El esforzado y brillante trabajo de todo el equipo del CAC, quienes en la sombra, promueven con su ejercicio la brillantez de una apuesta artística y desde luego de la gerencia del espacio y su programática.

Amigos, artistas, gentes de esta ciudad de montañas voladoras: gracias, ánimo, a seguir poniendo amor a las cosas que nos pertenecen, estaremos acompañando, permanentemete desde nuestra práctica orgánica todo proceso ciudadano y contracultural que se geste. Hemos roto, por momentos, los muros impertinentes de la ciudad invisible, aquella que insisten en que no nos pertenece.

¡Hasta pronto!

sábado, 10 de diciembre de 2016

Pablo Barriga, Premio Nacional de Artes Mariano Aguilera a latrayectoria en el 2015*


He dado vueltas a la idea de escribir o no escribir unas líneas sintéticas para la inauguración de esta exhibición.Mientras tecleo la sentencia liminar, descubro quizá, parte de esa resistencia que clama por unas líneas sintéticas.

Mi maestro, un comunista argentino con rolex, que se salvó de morir o desaparecer en una Buenos Aires de Videla y guerra sucia, decía dos cosas sustanciales: “menos es más” y “todo aprendizaje es resistencial”. Y entre esas dos propuestas que navegan entre el technos y la pedagogía de Piaget deambulo buscando justificar mi presencia a cargo de esta casa que recibe hoy, la curaduría de Pamela Cevallos que atraviesa la obra de Pablo Barriga e irremediablemente su persona y sus procesos.

Es en este momento donde registro un espejo en el que mirarme miméticamente. El esfuerzo renovado por repintar o retrazar las paredes de un espacio que le pertenece a la ciudad, para abrir nuevos espacios de diálogo, de programación, de construcción de otro edificio que es más que paredes patrimoniales, el edificio cultural.

¡Qué descarga! Súbitamente todo gana sentido. La presencia de un artista en estas forzadas paredes que antes eran ventanas, se entiende por la construcción de otras paredes que nos albergan a  todos y en las cuales muchos de nostros grafiteamos y horadamos. 

El Centro de Arte Contemporáneo, pie certero de la Fundación Museos de la Ciudad, es el orgulloso contenedor e implementador del Premio Nacional de Artes Mariano Aguilera, como de toda una programática que quiere devolverle a la ciudad, a sus agentes sociales y culturales, unas paredes que construyan otras. Poco importa entonces la legitimidad de un premio, si éste llama a la discordia o a la concordia, la obra, finalmente habla por el artista y por quien acertadamente, desde sus personales criterios, la pone en valor en el guión museográfico.

Resalta entonces el trabajo, el esfuerzo, para que hoy estemos celebrando, y en eso no tengo sino que reconocer la inteligencia y sensibilidad de la Jefa del Premio, Estefanía Arias y a Slvana Sarmiento, técnica a cargo. Gracias por su labor.

Bienvenidos a esta casa de arte y cultura. A continuación le cedo la palabra a Pamela Cevallos quien abordará aspectos diversos de este ejercicio de lectura y cuyas palabras antecederán a las de la Directora de la Fundación Museos, María Elena Machuca, para que inaugure oficialmente la muestra.


*Palabras en la inauguración de la exhibición del premio trayectoria Mariano Aguilera de las Artes 2015

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Bienvuelto, Jesús Cobo*


“Después de las páginas poco felices comenzaba a escribir él mismo. Encadenado en la estrecha franja de la falsilla, a veces no aguantaba, y dejaba de escribir. Y entonces, en una furia infinita contra la vida que le había quitado la vista, rompía los lápices, y en sus labios, mordidos, aparecían unas gotitas de sangre…
- ¡¡¡Correo de Leningrado!!!
Era un telegrama del Comité regional. En el papel había unas breves palabras: "Novela calurosamente aprobada. Se pasó a publicación. Le felicitamos por la victoria". Su corazón latía presuroso. He aquí que el sueño dorado habíase convertido en realidad. Había sido roto el anillo de hierro y otra vez, con un arma nueva, volvía a filas y a la vida.”
Nicolás Ostrovski, Así se templó el acero. 

Hacia finales de los años ochentas, el mundo empezaba a escribir el final de la historia y hoy estamos aquí, naufragando de muchísimas muertes: Nuevos y cautos, casi cautivos. Nos convoca el acero, esta vez, una vez nueva, después de casi cien años, sacudiéndonos algunos sambenitos propios y otros heredados. Militantes, artistas, ciudadanos, pueblo, público…
El capricho de Fukuyama no tenía todavía visos de materializarse en nosotros, cuando otros advertían ya el abatimiento de los excluidos y su clase dirigente, la primavera árabe, que florecía después de las ruinas del 11-S, los salvatajes bancarios de aquí y de allá o las victorias risibles de izquierdas y derechas en las democracias occidentales del norte y del sur, entre otros hitos a los que sobrevivimos y seguimos sobreviviendo.



Hombres como Jesús Cobo nos acompañan en esta supervivencia, a caballo entre el duro rigor del realismo socialista –¿o Socialismo Real?-, cuyo hermano menor ha resultado un implacable Neoliberalismo que no para de renacer y mutar disfrazándose interminablemente en un acto que ha creado el carnaval contemporáneo. A través de esta tensión subtendida pende el nuevo hombre o el hombre nuevo, según calce la visión política. Un semihombre con el ímpetu de Darwin que se esfuerza, melancólicamente por la evolución dialéctica. Un mesías romántico que se obliga al rigor dogmático del progreso en Quito, Moscú o Nueva York; pero que sin embargo se encuentra, felizmente, siempre, con el acto subversivo de la poesía.

Antes de Ostrovski, Chéjov en La Gaviota:

“NINA- ¡Su vida es maravillosa! 
TRIGORIN- ¿Qué hay en ella de singularmente bueno?. Hablemos de mi magnífica y luminosa vida... A veces hay imágenes que se nos imponen a la fuerza, como ocurre con el hombre que piensa siempre, día y noche… Día y noche me persigue una misma idea obsesionante; tengo que escribir, tengo que escribir, tengo... 
Y así siempre, siempre, sin un momento de sosiego frente a mí mismo; siento que devoro mi propia vida, que para la miel que doy no sé a quién en el espacio, saqueo el polen de mis mejores flores, arranco las flores mismas y pisoteo sus raíces….” 

Por eso quienes hacemos el Centro de Arte Contemporáneo, en nuestra tozudez por democratizar el acceso al espacio público, estamos muy contentos de lustrar nuestros suelos para que la obra del hombre contemporáneo habite entre las paredes de este renovado edificio. Porque creemos que la fe impuesta por la norma totalitaria, sea cual sea su signo, debe ser reinventada por el hombre que convierte la fe en militancia por el poema, y por eso agradecemos a Jesús Cobo la generosidad de brindar su trabajo al deleite de la ciudad.

Bienvuelto, Jesús Cobo. No es la primera vez que la ciudad te acoge en uno de sus espacios. Hoy nos haces nacer en la certeza de que el trabajo es el mejor bálsamo para la melancolía, porque esta señora es una insistente resabida. Gracias por permitir un diálogo y memoria entre quienes jugamos esta exhibición: María Elena Machuca, Santiago Rivadeneira, Hernán Rodríguez Castelo, Sonia Kraemer, José Toral y a todos y cada uno de los colegas en el equipo del Centro de Arte Contemporáneo que hacen posible que las muestras ocurran.

Sean todos Bienvenidos.



*Palabras en la Inuguración de la muestra de Jesús Cobo en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, el 16 de noviembre de 2016.

jueves, 15 de septiembre de 2016

LARA (Latin American Roaming Art) *



Entre el mioceno y la contemporaneidad el hombre. Un ente aparecido en medio de la naturaleza, fruto de ella y su devastador.

Relaciones púbico-privadas subtienden, desde el régimen feudal a nuestros días un contrato social, como lo quiere el bueno de Rousseau, donde ellas, las relaciones público-privadas, se juegan el guión de la modernidad como si fueran buenas; como si al sostener este diálogo de representación en el espectro de la bondad, dieran cuenta de un desarrollo lógico, natural, científico, objetivo, bello que construye continuamente la idea de una estado nación, liberal o neoliberal, pero burgués a fin de cuentas, el mismo que conduce la barca de este contrato social al buen puerto del estado de bienestar.

Los que nos atrevemos con la gestión del espacio público, en el entramado de la construcción institucional, sabemos que las relaciones entre lo público y lo privado no solo tienen que ser buenas, sino sanas. Ahí donde una importante inversión de ASIACITI permite  solidificar una iniciativa y darle continuidad y figura púbica internacional, desde hace cuatro ediciones de la Residencia LARA, está también un espacio público dedicado a las Artes como el Centro de Arte Contemporáneo de la ciudad de Quito, con una inversión cierta y cuantiosa como un anfitrión seguro y generoso.

Hablaba al comienzo del mioceno, porque es la era geológica en la que se dio el surgimiento de las islas Galápagos del fondo del lecho oceánico. Su irrupción, violenta y volcánica, parece que resuena todavía en el trabajo de los artistas que veremos en esta muestra. La contemporaneidad aparece por simple evidencia de habitabilidad de nuestros días, pero también con todas las formas de explotación que el hombre ejerce sobre la naturaleza, en lo que ya muchos nombran como la nueva era del antropoceno.

Otra vez, entre mioceno y atropoceno, LARA, en el Centro de Arte Contemporáneo de la Fundación Museos de la Ciudad, mostrando valores reales como la interrelación de nuestras voces con el resto del mundo. La autoreferencialidad, campea peligrosamente en las pantallas de nuestra vida privada, nos hace olvidar a veces, de estos violentos procesos donde el planeta escupe islas a través de sus volcanes, o de cómo el hombre, escupe sobre sí mismo, víctima y victimario de esta miopía umbilical que niega la historia.

Por esto LARA es importante, porque nos permite reflexionar sobre ello, en medio de relaciones de producción sanas, entre lo público y lo privado. Para los artistas el intercambio, para el público el descubrimiento. Ya que el emplazamiento de los artistas locales, nos parece un valor real y no mediado por el sentido subjetivo con el que el hombre mide las cosas en la posmodernidad.

Bienvenidos. Para la Fundación Museos de la Ciudad, particularmente para el Centro de Arte Contemporáneo y gracias al apoyo indiscutible de la Alcaldía de Quito con el Alcalde, Mauricio Rodas, es un gusto tenerles entre nosotros y abrir estos salones para su disfrute.

*Palabras en la inauguración de la muestra.

martes, 19 de julio de 2016

Premio Nacional de Artes Mariano Aguilera*

Palabras en la vernissage de inauguración del Salón de Becarios de los Proyectos Nuevo Mariano.
 
Es mi encargo, como anfitrión, hacer una breve presentación de los artistas y no pretendo hacer un recorrido curatorial por las obras, ya que los proyectos fueron acompañados por profesionales que han trabajado intensamente durante estos dos años en la construcción progresiva de la reflexión. Al comité curatorial de esta segunda edición de Mariano Aguilera, la gratitud en nombre de la Ciudad, del Centro de Arte Contemporáneo.
 
Como decía, mi deseo no es una reflexión académica, quiero tomarme el atrevimiento de hacer una interpretación política, porque estoy convencido que el arte contemporáneo es una mirada sobre el tiempo de quien lo atraveiesa con sus habilidades y su trabajo. Igual que mi maestro decía, y él lo tomaba de Pablo Ruiz Picasso, no creo en el talento, de haberlo, prefiero que me encuentre trabajando
 
El trabajo como un valor político sobre el cual desentrañar los lenguages y sus símbolos: ahí vemos al artista, de rodillas esforzandose en convertir en otra cosa aquello que contiene sus propios significados y que muta en la medida y forma de su cansancio y esfuerzo renovado. Esa es la magia, la magia del trabajo. 
 
Otra cosa es la cultura, que atrapa o rechaza este trabajo, en beneficio de la arquitectura de la ideología, danza que el artista toma o rechaza invariablemente en la aventura de crear e intercambiar.
 
Con Adela De Labastida en “La minga de la memoria del teatro quiteño: 1970-2010”, vivo una investigación que vindica y convoca al movimiento escénico a reflexionar sobre sí mismo, a recapitular sobre los hitos de su propia historia y sobre los procesos sobre los cuales nos formamos y múltiples veces nos reinventamos los teatreros. Es un proyecto de bellísima terquedad necesaria, una minga, no por la memoria de lo pasado, una minga para urgirnos a crear hoy, aquí y ahora la memoria de lo futuro. 
 
 

Dennys Navas nos trae en el gran formato “Tierra Hueca” una introspección tan necesaria como inquietante, nos arranca de lo evidente, de lo inminente, nos libera de la deuda inmediatista de la política reactiva y nos convoca a lo necesario. Resistir a la debacle, aunque la pintemos en sueño, aunque como decía Beckett, nos convirtamos en la turba, en aquello.
 
 
 
“MAR CERRADO” de Adrián Balseca nos obliga a transitar por nociones recurrentes como las fronteras. Ideas del ejercicio del poder y el relato de nación sobre el enorme y fulgurante territorio que es la lámina del mar. De las fronteras imaginarias e invisibles de los mapas, a los pasadizos oscuros de las instituciones que construyen el edificio estatal de las naciones.



Mijaíl Vallejo. “Al Otro Lado” es una experiencia concienzuda del artista y de su mirada. El debate entre el reconocimiento como testigo de los acontecimientos trágicos de la humanidad o como actor, activista y denunciante de ellos. Develar las fronteras humanas y detenerse en los momentos, y almacenarlos en un libro, como si de atrapar la vida en un compendio privado y personal se tratara. ¿Atrapar la vida? O dejarse descubrir, silente, por las imágenes de la vida. 
 
 
 
Daniela Moreno Wray se declara “Transmestizx” sobre una alfombra de totora, al borde de un paisaje en continuo cambio. El tránsito de la identidad incómoda, para obligarnos a vestirnos de preguntas con respecto a estos imaginarios que nos constituyen y que día a día rechazamos en este viaje a la nueva identidad, que no es recta, sino redonda, múltiple, disímil. Apropiar y obligar, la respuesta foucaultiana a la dominación de raza, clase y género del capitalismo en nuestra realidad. 
 
 
 
Ricardo Luna. “La Sicalíptica” es el cuerpo como territorio de combate y la incomensurable conmoción que ello me convoca. El cuerpo no miente y con el cuerpo se lucha, las ideas son otra cosa, en nombre de ellas se mutila, se mata, se calla. Ricardo, ha transitado desde la provocación polítca del posporno a la construcción irrefrenable del arte sexuado. Él, no solo, como él mismo dice, en los diálogos con los pocos afortunados con los que ha querido contar, porque cuerpo y deseo son transformación. Así, hasta 72 artistas latinoamericanos convocados, curados y exhibidos, en sus revistas que habitan en la internet, forman esta barricada de frames. 
 
 

Fabián Cueva recrea en su “Archivo Alexander Von Humboldt” el relato del viaje científico, pero también el que hace el museo por atrapar dicho viaje. La obra que contiene obra. El museo de la ficción de un Europeo del s.XIX y el mestizo que vuelve la mirada a esa europa colonial. Rousseau contra Ayotzinapa, y el buen salvaje resistiendo la corriente de las aguas del Río Magdalena mientras da a la metrópoli: agua, fango y tierra de la tierra libre de la América Morena. 
 
 
 
Oswaldo Terreros muestra en el “Proyecto reactivación, repotenciación y revitalización de asociaciones obreras” la arqueología del organizarse para cambiar, ejercicio necesario en un mundo en el que todos quieren reinventar sus luchas y nadie quiere pertenecer. Trazos del imaginario común que desplaza la identificación por la implicación. Símbolos y colores de un pensar en común para hacer. 
 
 
 
Paul Rosero. “Un día, algo pasará” son voces telúricas del individuo frente destino. La construcción micropolítica contra la tierra y en medio del trayecto: ondas sonoras, como un poema que se materializa en 3D. Y los sonidos imperceptibles de la naturaleza que está en constate transformación mientras el hombre, transitando en un viaje trabajoso por reconocerse parte de esa naturaleza. 
 
 
 
En algún lugar del paisaje borgeano, estoy seguro que habita la obra de José Hidalgo Anastasio “Oikoumenē (suspended)”. Quizá un ejercicio que intenta anular la política en favor de una reflexión melancólica por el objeto o las abstracciones. Abstracciones con pesos, paradoja. El trabajo de pensar y el peso del trabajo, nuevamente, en esta aritmética de valores con la que el ser humano comercia. 
 
 
 
No dejo de hablar del trabajo y esta recurrencia que aparece, no creo que sea gratuita. Hay una voluntad común entre todos nosotros, se llama trabajo. Quiero agradecer emotivamente a todo el equipo del Centro de Arte Contemporáneo, sin ustedes no es posible el arte, a quienes en su tarea de facilitación cultural, que a partir de mañana, supone custodiar la obra, organizar la circulación de la ciudad por este espacio público, por mediar educativamente la obra: son pieza fundamental de este ejercicio de libertad cada vez más difícil.
 
Gracias compañeros y compañeras. 
 
 
*Las imágenes son cortesía del departamento de comunicación del Centro de Arte Contemporáneo.