sábado, 25 de abril de 2009

naturalezas muertas y tecnológicas

No me voy a adornar con citas rimbombantes porque no quiero ocultarme tras de nada. No quiero ser un escritor, simplemente escribo. Sería tonto ocultarme tras la perfección de Borges, pero hoy, borgeano que estoy, mirando montoncitos de artilugios he pensado ideas bogeanas como que a la historia le gustan los enredos, las horas, papeles, luces, ideas; se agazapa en formas peligrosas, hacen constelaciones que parece que nos dan mensajes: La lámpara de tulipán, qué hace al lado de la torre de cds que están al lado de los anillos de plata, que están al lado del cable usb que extiende el lugar donde se pincha, que está al lado del vaso de cerámica azul con lunares balncos que contiene la regla que compré en Madrid que está al lado de la obra de teatro que nunca vi...

Ahora mismo, ¿soy yo el que no puede romper este cuadro de olvidos y voluntades entre cosas? o es acaso la presencia imperante de su ser la que reniégase en cada espacio donde sé que está escondido -en una moneda de cobre oscura o en un olor o en una idea feliz de un futuro que nunca fue.

Tendría que hacer una larga cuenta que en cada elemento aparezca nuevamente quien no está para desaparecer tras un orden temerario.

Pero lo único que hago es intentar no dormir, porque en el sueño olvido... y olvidar, lo que se llama olvidar, duele cuando sabes que es inútil y no quieres.

He cambiado unas cuatro veces el fondo de pantalla del ordenador en lo que va de semana.

Ideas sobre Borges... ¿será que me iré a quedar ciego?

Las cosas
Jorge Luis Borges

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

1 comentario:

amanda dijo...

y yo que ya desconfiaba de mi retina.
Y tu que me dijiste que no veo lo bueno y que no huelo lo malo. No se si creer en mas sentidos, no se si decir eso de los disfraces, no nos quedan ciertamente. Y como me raye puedo poner nombres y dedicatorias y numeros que identifiquen, pero tampoco me queda, creo que porque soy bella y bien vestida y educada y elegante.

De rodillas con este texto, a tus pies.