jueves, 30 de abril de 2009

Carta de adiós a Federico




invitado: Jean COCTEAU














Canta.
Por la boca de tu herida.
Por la boca entreabierta de tu herida.
Por la boca de tu herida abierta de par en par.
Por el ojo húmedo carmesí de tu herida.
Por la granada resplandeciente de tu herida.
Por la risa atroz de la dentadura de un caballo de picador de tu herida.
Por la leche oscura de los labios de un recién nacido de tu herida.
Por la lava del volcán de tu herida.
Por la mucosa del erizo abierto en dos de tu herida.
Por la cueva donde despierta sobresaltado el gitano de tu herida.
Por la estrella escarlata de las ruinas de tu herida.
Por la tinta roja del último poema de tu herida.


Inevitable no sentir que el poeta me roba las palabras o que su voz es un imperativo para mí. Inevitable no ver la vida en esas palabras, la vida que se vuelca absurda e inevitable a mi paso.
Inevitable, vida inevitable.



(poema copipastado desde vae victis)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy una pequeña hormiga que subió lenta a la gran melena del Rey de la Selva. Ahí me quedo, paseando sin apuro, con la curiosidad de un explorador que se sabe cerca de un tesoro.

Extraño Te.