lunes, 9 de noviembre de 2009

LOS CANALLAS
Entre el sexo y la castración



invitados: Los Canallas

Es indiscutible que una de las funciones del arte es lograr que la sociedad vea un reflejo de sí misma, tanto de su cotidianidad como de sus deseos ocultos, de sus espacios comunes tanto como de los símbolos y misterios que rodean a cada ser individual. Y es por eso que el arte es un lugar de debate y reflexión, en donde cada uno expone sus ideas y comentarios acerca de lo que ve en cada obra.

En LOS CANALLAS, la nueva película ecuatoriana que se exhibe en salas de cine desde hace cuatro semanas, este debate que genera toda obra ha causado una inusual controversia en los espectadores, una controversia tan grande y de matices tan extremos, y que pocas veces ha involucrado a toda la sociedad de manera tan apasionada.

El mayor debate surge alrededor del sexo y la sexualidad, un tema que la película trata sin tapujos, en donde hay comentarios como el siguiente (proveniente de una madre de familia que no firmó su mail masivo titulado PELICULA EN ESTRENO NO RECOMENDABLE): “pregunté en la boletería la censura del film..."Los Canallas...15 años"....15 años pensé...pero si eso en buen romance contenía escenas de pornografía!!”. O el cometario de un joven que dice: “era de que no estén con rodeos y hagan una porno de una… la sociedad sí está media complicada, pero mostrar tan abiertamente una sexualidad sin ninguna moral creen que va a ayudar?...Creo que la película es una porno solo que con rodeos…traté de ver mas allá, pero súper difícil, todo el entorno esta envuelto en una sexualidad enfermiza…”

Creemos que como realizadores de LOS CANALLAS, tenemos la responsabilidad de asumir y valorar las reacciones de toda la sociedad, y por este mismo motivo, creemos que es importante sostener el debate que aquí se abre con los conceptos de pornografía y sexualidad enfermiza. Así, creemos que “sexualidad enfermiza” es aquella que vive escondida y no aceptada, juzgada de prohibida y secreta, no así aquella que es inherente a todo ser humano y que tiene que ver, sobretodo en la juventud, con descubrimientos, exploraciones y contacto con el resto de la humanidad; y que la “pornografía” no tiene que ver con la masturbación o con la desnudez, cosas que sí suceden tanto en la vida natural de un ser humano como dentro de la película. Dentro de todos los conceptos que se le dan, la pornografía es, por un lado, aquello que desvirtúa la sexualidad humana, o que, viéndolo desde otro punto de vista, desvirtúa todo acto humano en general. Es decir, todo aquello a lo que se le quita la piel humana, su complejidad y trascendencia.

Para hablar de uno de los tantos temas sexuales que trata la película, quisiéramos referirnos a uno. La masturbación es, física y sicológicamente, un acto sano y necesario, complejo, tanto, que infantes desde los 3 años lo practican cuando descubren su cuerpo. Es la falsa moral, el miedo, la ignorancia que existe alrededor del sexo lo que provoca que desde cierta edad nos digan que la masturbación es “mala”, convirtiéndola en prohibida, “asquerosa”, produciendo una castración, es decir una amputación antinatural tanto síquica como física de nuestra sexualidad, llenándonos de culpabilidades que finalmente lo que provocan es incapacidad de entablar contacto verdadero y profundo con el resto de seres humanos, tragedia máxima de nuestros tiempos. Esa culpa, esa castración, esa incapacidad sí que es una “sexualidad enfermiza”, y al respecto una joven comenta desde la red: “Es una desgarradora evidencia de como la paternidad irresponsable o ignorante emocionalmente puede generar tanta desdicha.” (Refiriéndose, entre otras cosas, al tema de la ausencia de padres y madres de los personajes de LOS CANALLAS…algo que se relaciona con la ausencia o ignorancia de los padres y madres en la vida real, causa de una “sexualidad enfermiza”) Mostrarlo en una película para jóvenes de 15 años, que son los que más sufren esta castración y a la vez los que más deseosos están de descubrir su cuerpo y el de otros, es todo menos pornografía, porque se lo muestra en toda la complejidad de ser adolescente, en la lucha de descubrir su cuerpo, y hasta en la pregunta de “¿está bien hacerlo?” Y así lo plantea la película en un diálogo de Helena, personaje protagónico de la misma: “Me descubro en el cuerpo del otro, o me pierdo en el cuerpo de otro…”... Esto es, como sociedad y cultura ecuatoriana, algo urgentemente necesario hacerlo, comenzar a hablar, en este caso desde el cine, de todo lo que nos impide crecer, de todo lo que nos castra, de todos los prejuicios que nos juzgan. Y esto provoca malestar, lo provoca porque nos sentimos identificados tanto con el personaje Helena que se masturba como con las voces que juzgan y amputan la sexualidad, y entonces nos da miedo aceptar que estamos incompletos. “Tal vez el mérito sea que (la película) de verdad presenta una imagen tan real que duele, que asquea... pues ves retratada a una juventud que no va hacia ninguna parte…” dice el mail de la señora madre de familia. Si es que la misma señora acepta que la película muestra una imagen real (por lo tanto no una imagen pornográfica) deberíamos preguntarnos: ¿Por qué nos asquea el sexo?, y sobretodo ¿creemos que mostrar a una juventud que descubre y vive el sexo es mostrar a una juventud que no va hacia ninguna parte?... Un editorialista de un diario, sobre esto, expone: “Hay en el filme un discurso sincero sin pretensiones que genera una sensación de melancolía al final. No solo por la posible identificación con la etapa de la juventud, también por el gusto del atrevimiento, sin miedo a la exposición, a esa necesidad de expresión que puede convertirse en un grito de libertad.”

No queremos defender la película, ni justificarla ni explicarla, pero sí creemos que, ante tal debate, debemos ser parte activa. No es posible que tildemos de “pornográfica” la desnudez física y espiritual de un personaje adolescente, o la insinuación del acto sexual, y no es posible porque sencillamente es algo que en la película no desvirtúa la sexualidad, sino que la asume y la cuestiona. Pornografía es, a nuestro parecer, la utilización de una sexualidad falsa y estereotipada de modelos para vender carros, porque eso sí desvirtúa la sexualidad (¿quién se queja de tantas vallas publicitarias que objetizan a hombres y mujeres?). Y más aún la pornografía de la violencia que inunda la mayoría de películas que los niños ven desde los 8 años. ¿Quién se queja de los personajes que sin el más mínimo cuestionamiento o complejidad violentan a otro ser? ¿Cuál es la problemática, el debate de todas las películas, series de TV, y videojuegos que casi todos los niños ven o “juegan” en donde ¡¡¡TRIUNFA EL QUE MÁS MATAY MÁS DESTRUYE!!!!???

El impulso violento es humano, pero por ser humano es complejo y contradictorio, nadie gana ni nadie pierde, es simple y complejamente humano. Estas películas y videojuegos, por necesidad comercial, hacen precisamente lo contrario: eliminan lo humano que puede existir en la violencia, la muestra desde un solo punto de vista, convirtiéndolo en pornografía que nadie reclama, pornografía que desde niños vemos con el consentimiento de nuestros padres y madres.

Por eso es contradictorio que en el mismo mail de la señora se diga: “En todo caso mi mensaje es para ustedes, amigos, padres de familia cuyos hijos vayan por estos días al cine...que no sea este el film...que duro sentir que en una obra en tres actos...pueden quebrar la inocencia de unos chicos…. Si quieren los directores y productores o los críticos presentar la triste verdad de la juventud, o de las clases sociales bajas, háganlo…”

De nuevo ¿es la complejidad del sexo lo que “quiebra la inocencia de los chicos”? ¿No será la violencia sin humanidad, la sexualidad de catálogo, la culpabilidad insana y moralidad falsa lo que quiebra no solo la inocencia sino la humanidad misma? ¿Presentar a una juventud que descubre y vive el sexo, con todo lo que eso acarrea, es “presentar la triste verdad de la juventud”? No lo creemos así, y tampoco otro joven desde la red, que comenta: “Mientras en buena parte del cine ecuatoriano los jóvenes son tratados como sujetos representativos de una u otra forma de marginalidad, en este filme la temática juvenil, además de ser central, deja de ser tan indulgente para volverse carne, sensibilidad e incluso indiferencia.”

Y para terminar, creemos que el sexo, la juventud, el descubrimiento de la sexualidad, la ausencia de padre y madre, la soledad, la melancolía, la desnudez física y espiritual, no es un problema de “las clases sociales bajas” como dice la señora, sino el motor esencial de la búsqueda de todos los seres humanos.

Sobre este tema tan controversial, una editorialista de un diario escribió: “…Son los canallas que muestran mi cuerpo en sus cuerpos arenosos y tibios… Son los canallas que como ella, la histérica que psicologiza su vientre, me han cantado enterita la verdad de la piel abierta por una gillette, por un falo o por unas tetas turgentes…Son los canallas que han hecho una película para acanallar los manuales domésticos y familiares…Son los canallas alborozados porque hilaron el hilo que cose la vida de todos: el sexo.”

(Creemos que este debate es necesario y rico para la consolidación de un cine nacional pleno, y que es también necesario hacer todo lo posible por incluir a la mayor cantidad de personas en él. Solo así los prejuicios dejarán de hacer tanto daño.)


Diego Coral López

Ana Cristina Franco

Nataly Valencia

Jorge Alejandro Fegan

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