jueves, 20 de agosto de 2009

Milk. Gus Van Sant, del "cine marica" al "cine gay".


Reiterativamente, el director de Elephant (2003), El Indomable Will Hungting (1997) o My Own Private Idaho (1991)-entre otras- suele asegurar como una elección política, y por tanto estética, que sus películas no son gays, aunque su orientación sexual sí que sea homosexual. No obstante, por política y visualidad, sus declaraciones no dejan de insertar en la cultura el valor transversal de lo gay. A eso, el director de Louisville, Kentuky, no puede escapar; y, por cierto, que una segunda mirada sobre sus palabras, leídas comparativamente con su creación cinematográfica, no deja de arrojar un resultado de visibilidad y posicionamiento claro con respecto al fenómeno gay. Su mirada, pues, es una mirada no exenta de malicia e inteligencia, atributos que se agradecen en los artistas de ahora.

La visibilidad del homosexual, llevada a la escena con uno de los precursores de las ideas queer en el mundo, el argentino Copi1 (El Homosexual o La Dificultad de Expresarse), es el paradigma que junta el viaje de Van Sant y el político norteamericano Harvey Milk. El gay, lo gay, no puede ser entendido como un lugar al que el homosexual arriba movido solo por el motor de la visibilidad. Esto no es un axioma exclusivista que determine la frónesis de lo gay. El sistema cultural que impone el capitalismo mediante las leyes el mercado, es en gran medida el arco con el que se mide la escala que parte del varón homosexual en el closet, al gay militante -y consumidor- que luce la pancarta de la normalización.

Alineación al centro

Si pensamos en una película auténticamente marica (queer) como My Own Private Idaho, donde la relación entre hombres, profunda, sensible, transformadora, está mediada por la marginalidad, el dominio y el modelo machista de representación, miraremos Milk con ojos de cierto escepticismo. Esto al menos si la lectura es comparativa con otro cineasta más posicionado en el queer cinema como los es Todd Haynes, quien al igual que Van Sant, realiza un trayecto semiótico desde la tortuosa Assassins: A Film Concerning Rimbaud (1985), sobre la relación amorosa entre Rimbaud y Verlaine hasta la polícamente correcta Far From Heaven (2002), y atravesando por joyas de la aberración estética como lo son Poisson (1991) y Velvet Goldmine (1998). Es como si el arte y la expresión queer, tuviera indefectiblemente la necesidad de nacer fuera del closet y posteriormente entrar en él para poder sobrevivir.

Los homosexuales, todos, fuera del armario o dentro de él, nos vemos reflejados no solo en esta formidable joya del mejor hollywood normalizantemente gay, sino que en última instancia, los más militantes, como el mismo Milk lo entendimos un momento de nuestras vidas: o nos integramos en un sistema de valores, que a fin de cuentas es el que gobierna, parapetado detrás de una complejísima red de normas que convierten en correcto lo que por naturaleza nace diferente, o desaparecemos en lo abyecto.

La academia procura una nueva forma de entender la diversidad sexual y la identidad de género. Esta nueva manera, lejos de la segmentación en mil y una categorías, logra la unificación para comprender mejor un proceso que nos es inevitable como realidad aislada. Nacen los transgenerismos, como una respuesta clara a la diversidad que clama por un lugar en la política real y en la cotidiana micropolítica. Ahí, el filme de Van Sant habita un lugar de lucidez muy propio a los tiempos.


Para el homosexual, la necesidad de expresarse, de decir yo soy, siempre será un imperativo trágico… Para un homosexual como Gus Van Sant, un gay como Harvey Milk o un marica como el que suscribe estas líneas.


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1 Raúl Damonte Botana (Buenos Aires, 20 de noviembre de 1939 - París, 14 de diciembre de 1987)


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* Artículo publicado en OCHOYMEDIO, septiembre de 2009

2 comentarios:

wAlter diEgo dijo...

Esta frase tuya me parece que es política y económicamente exacta: "El sistema cultural que impone el capitalismo mediante las leyes del mercado, es en gran medida el arco con el que se mide la escala que parte del varón homosexual en el closet, al gay militante -y consumidor- que luce la pancarta de la normalización."

Yo cuando veo a Gus Van Sant veo esa época que ahora se ha convertido en el nuevo clásico, me refiero a los 90's y la generación del grunge. De alguna manera su trilogía Elephant/Last Days/Paranoid Park me ha hecho visualizarlo así.

Tu frase acerca de que "Para el homosexual, la necesidad de expresarse, de decir yo soy, siempre será un imperativo trágico…" es lo que veo que se repite en las películas de Gus Van Sant, nomás que tendríamos que reemplazar de tu frase la palabra homosexual por: músico, adolecente, genio o artista para describir sus otras obras.

Un saludo hermano me vine a tu blog luego de que viniste a la oficina del Apuntador para lo de las facturas.

Carlo.

León Sierra dijo...

Vaya, te agradezco la visita y te invito a seguir devolviendo pensamientos... Mi blog está abierto a todo tipo de pensamientos.

Gracias