Atravesar una habitación a tientas, pero en lugar de a oscuras, encandilados por una luz enceguecedora; rozar la verdad de la piel con el tacto apenas sosteniéndose; paladear el sabor de lo auténtico y vivir el trayecto largo y diverso que significa la travesía del amor al dolor y viceversa. Imágenes sensibles que otras, no menos sensibles, generan en la muestra de Eduardo Carrera, Evidencias.
Cada material, un amor, y el recorrido apenas es mínimo. Como si para transitar en la historia que el amor deja, uno apenas necesitase dos o tres claves, objetos, memorias o señales que den volumen a lo que el ser humano vive.
Y pronto acabar de verlo, pero durar mucho tiempo en recordar… y volver sobre las imágenes como en una rueca perversa, pero dulce. Dulce y real.
1 comentario:
te adoro guapo
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